No hay crímenes en Tristán de Acuña

No hay crímenes en Tristán Acuña nos hace viajar hasta una peculiar isla más remota situada en un rincón perdido en medio del océano Atlántico, a casi diez miel kilómetros de distancia de Londres.
Charlie Gordon es inspector de policía que tras el fallecimiento de su esposa, es trasladado para que pueda cambiar de aires, así poder dejar atrás una casa llena de recuerdos. Lo que empieza siendo un viaje de ensueño, empieza siendo un largo viaje de más de doce horas de vuelo entre Londres y Ciudad del Cabo, para continuar navegando en barco durante una semana.

En la isla viven alrededor de 250 personas, sin cobertura móvil y sin internet, con apenas electricidad, donde el mayor tiempo lo emplean en pescar, cultivar y cuidar del huerto, hacer su pan y elaborar cerveza local. ¡y con un volcán activo!

¿Qué hace un policía si no hay delitos en la isla? Charlie tendrá que velar por el buen funcionamiento de las elecciones del próximo Jefe de la Isla, que se llevarán a cabo en breve y que se disputan dos grandes familias. Lo que no sospechaba es que tuviera que investigar la desaparición de Aron Glass.
Nos encontramos con varios personajes, que forman parte de la vida en la isla. Personajes bien construidos y desarrollados. Donde es muy fácil empatizar y coger cariño a algunos personajes.

Charlie, un policía barrigondo que busca darle sentido a su vida, tras la muerte de su esposa. Es un policía carismático, que utiliza la ironía como humor – que me encanta- aficionado a las películas románticas. Una vez que llega a la isla, además de ejercer como policía, es granjero, pescador y panadero.
Junto a este carismático inspector de policía, en la isla encontraremos a personajes tan singulares como a Aron Glass un joven con aspiraciones, pero, con miedo a decepcionar a la familia; Alfie Hawkins es un simpático científico que estudia una colonia de pingüinos de penacho amarillo; Linda Griffin es la joven maestra de diez escolares; Mark Rogers es joven ayudante de Charlie; David Roberts es el gobernador de la isla y coleccionista de sellos
Tristán Acuña, la isla es un personaje más de la novela, igual de importante. A través de Charlie, conoceremos a sus habitantes, sus costumbres, sus fiestas locales y su relación entre ellos.
Y si, la Isla es real y su ambientación tal cual, pero con ciertas licencias que se ha tomado el autor para la trama. Os ánimo que busquéis información sobre la isla, es muy interesante.
El estilo del autor es fluido, cercano y directo. He disfrutado mucho de su estilo, así que sin duda leeré sus otras obras.

Nos encontramos con una lectura fresca que nos acerca a unos personajes, dentro de una isla remota, donde teje una isla llena de secretos, envidias y ambición. Donde, además, nos plantea la cuestión de si mantener la tradición o evolucionar.

La novela esta estructurada en un prologo, veintinueve capítulos, dividida en tres partes y un epílogo. Narrada en dos tiempos, el primero nos sitúa en 2018 cuando Charlie le cuenta a su nieto de como llegó a la isla de Tristán de Acuña, el segundo nos emplaza hasta 1998, momento en que Charlie se sube al barco que lo lleva a la isla.

Escrita en primera persona, a través del protagonista Charlie Gordon, nos acercará al protagonista, ya que podemos vivir de cerca todo lo que siente y piensa.

El autor parte con una excelente documentación, para presentarnos una historia original y fresca- con un fiel reflejo de representación de la vida de sus lugareños, así como sus virtudes, dudas, miedos, imperfecciones, etc.

Aunque su lectura tiene su parte de suspense, no llega a ser un thriller, particularmente lo clasificaría como una narrativa contemporánea, ya que se trata la historia que le cuenta un abuelo a su nieto pequeño.

Una historia con un final bien cerrado – algo previsible - y, dada mi vena curiosa he echado en falta saber más de ciertos personajes en el epilogo, cosa que no implica que la novela sea una lectura redonda.

En definitiva, No hay crímenes en Tristán Acuña es una novela que os llevará viajar hasta la isla remota de Tristán Acuña, a conocer a sus lugareños y adentraros en el misterio de la desaparición de uno de sus personajes. Una lectura que engancha y que os recomiendo totalmente.
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Ya había leído otro libro del autor anteriormente, así que no podía perderme este. No sabía realmente lo que iba a encontrarme, puesto que es un estilo muy diferente a su anterior obra. Me ha parecido un giro tremendo y brutal, saliéndose de su registro totalmente. Con unas pinceladas mucho más profundas y narrada a dos tiempos, ha convertido esta historia en una novela exquisita.
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Unos personajes llenos de secretos y una isla misteriosa que al final acabará teniendo un papel más que importante, guardando una gran relación en todo lo que está sucediendo, tanto en la historia, como en la vida de dichos personajes. No es una novela de acción, no llega a ser thriller en sí, más bien es un viaje que cuando lo comienzas, sabes que ya no vas a poder pararte en ningún momento hasta que llegues al final.
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No quiero insistir demasiado en esto, pero lo que más me ha sorprendido de todo, ha sido la gran evolución que ha tenido el autor en cuanto a estilo narrativo. Se le nota más maduro, más profesional y consigue llevarse al lector en el bolsillo, sin poder sacarle ni una sola pega a la novela.
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Charlie ha sido de mis personajes favoritos, se llega a quererle, ya que vas viendo todo lo que sucede tras sus ojos. Un hombre carismático, con un humor que me ha enamorado y que ha hecho que sienta la historia como algo propio, como si yo estuviese dentro de la trama.
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Con un final que he considerado más que perfecto para dejarlo todo bien cerrado y con un buen sabor de boca, pongo este broche al final de la reseña, puesto que recomiendo muchísimo el libro. Así que no dudéis en echarle un vistazo, no va a decepcionaros.
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