—Siempre me haces lo mismo —contestó finalmente—. Me acercas para después alejarme de forma brusca. He decidido que no voy a irme. Hazme lo que tengas que hacer porque no voy a salir corriendo como los demás te han acostumbrado.
|
—Siempre me haces lo mismo —contestó finalmente—. Me acercas para después alejarme de forma brusca. He decidido que no voy a irme. Hazme lo que tengas que hacer porque no voy a salir corriendo como los demás te han acostumbrado.
|
—Eres la compañía que deseo —declaró Aidan. Aquella mujer era una mujer increíble. Sus ojos, su rostro y sus labios le hacían comportarse de forma distinta. Ya no era el mismo hombre que ella había visto por primera vez. No sólo había revolucionado el Castillo, también le había cambiado a él. |
Ahora era su momento. Aquella mujer aceptaba su otro yo y decidía quedarse a pesar de todo lo visto. Eso debía significar mucho más que lo que podía decir el destino.
|
—Tal vez no quiera seguir estando solo —confesó.
|
(…) Por mucho que trataba de comprender a su dragón interior, no descifraba porqué se comportaba así con Lisel. Era protector hasta el punto de querer matar al resto del mundo solo por ella.
|
Se sentía como si fueran polos extremos de un mismo imán, condenados a atraerse de forma irremediable.
|
No fue capaz de confesar que hacía años que no estaba con nadie. Que su piel ya no recordaba el tacto de otro ser que no fuera el suyo propio. Su cuerpo se había olvidado de lo bien que se sentía.
|
-Y créeme, puede que para ellas seas insignificante, pero para mí eres ese oasis en el desierto que nunca creí que existiera. Deja que beba un poco más antes de volver a verme rodeado de soledad.
|
¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?