Lo llamaba "señor" una y otra vez. "Cuando llegamos a viejos", se dijo de repente el señor Osmond, "nadie nos llama por nuestro nombre de pila. Es como si lo hubiéramos perdido". |
Lo llamaba "señor" una y otra vez. "Cuando llegamos a viejos", se dijo de repente el señor Osmond, "nadie nos llama por nuestro nombre de pila. Es como si lo hubiéramos perdido". |
-A medida que envejecemos, nos dedicamos a recibir y dejamos de dar. Dependemos de los demás para nuestros placeres y para todo lo demás. Es como si volviéramos a ser niños.
|
"Empezamos con un engaño", pensó ella, "y enseguida tejemos una maraña de mentiras".
|
-¿Se considera una persona optimista? -Oh, creo que sí. No le explicó que, para llegar al optimismo que ahora sentía, era necesario haber pasado antes por un profundo pesimismo. |
Las cosas no tienen demasiada importancia para mí. O mejor dicho, por más feas o hermosas que sean, me interesan por igual.
|
"Quizás encuentre un taxi vacío", penso, pero era solo un modo de tranquilizarse a si misma, porque nadie encuentra un taxi libre cuando lo necesita con desesperación.
|
-Los buenos libros siempre pueden leerse dos veces -replicó bruscamente la señora Arbuthnot-. De hecho, siempre deberíamos leer un buen libro dos veces.
|
Pensó que los ojos celestes se tornan más pálidos y más furiosos a medida que pasan los años. "Pero los ojos castaños nunca pierden la serenidad”, se dijo a sí misma con cierto orgullo.
|
“No hay que desear que la vida pase lo más rápido posible”, se dijo a sí misma, pero sabía que, a medida que envejecía, miraba con mayor frecuencia el reloj y siempre era más temprano de lo que creía. En su juventud era siempre más tarde.
|
...al hacerse mayor, miraba el reloj con más frecuencia y siempre era más pronto de lo que pensaba. Cuando era joven siempre era más tarde.
|
¿Quién escribió «Agnes Grey»?