No quiero ponerle un nombre. Me niego a poner etiquetas que estropeen el día más feliz de mi vida. El día en que besé al chico que siempre ha estado en mis sueños pero al que nunca me he atrevido a ponerle cara. El día en que por fin dejé de mentirme a mí misma, en que dejé de fingir que el amor que sentía por él era de una clase concreta, cuando en realidad abarca todas las categorías de amor posibles. El día en que finalmente nos libramos de nuestras ataduras y nos abandonamos a los sentimientos que durante tanto tiempo habíamos negado sólo porque somos hermanos.
|