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No voy a repetir los beneficios que tiene leer con nuestros hijos y si estos son adolescentes, aún más. Conversar es complicado llegado un punto, la lectura es un puente fascinante para iniciar un diálogo, pero ojito, lo que no se debe hacer, imponer lectura, criticar sus impresiones, interrumpirles y acribillarles a preguntas, imaginad que en lugar de vuestro hijo es otro lector consagrado de vuestra misma edad, nos interesa su punto de vista, no imponerle el nuestro. Esta novela la eligió ella, a veces hemos leído juntas, otras cada una por su lado, yo hago anotaciones, ella coloca pósit de colores, leemos en voz alta párrafos que nos gustan, dialogamos sobre escenas que nos inquietan, escucho con atención sus interpretaciones y lo que sí hago, cuando el personaje se descontextualiza de su época, aquí era muy importante, se lo señalo, no juzguemos desde nuestro lugar, desde nuestra posición y circunstancias, es un defecto de la humanidad creer que nuestro pensamientos es universal. Cuesta distinguir y dar nombre a lo que sentimos, no juzguemos lo que sienten con los personajes, a mi hija se le atragantó Daisy Wells, una sabiendo, prevalece su opinión y sus decisiones, humilla sin miramiento a Hazel Wong, en las aulas hay muchas Daisy y también muchas Hazel que por pertenecer a un grupo aguantan y hacen. Que se expresen, escuchemos, no juzguemos, no corrijamos, ellos no son nosotros, no critiquemos, de ese hilo salen sus propias historias, conflictos, preocupaciones que se van enquistando. Escuchemos sin prisas, SIN INTERRUMPIR, cuando se les interrumpen dejan de hablar y comienzan los monosílabos o el famoso, vale. «El problema de este sitio es que hay demasiados secretos por todos los rincones» Nos ha gustado muchísimo esta lectura, detectives juveniles, como atrapan, como me atraparon en mi infancia, he leído con cierta nostalgia, mi hija intentando resolver el rompecabezas, lucubrando quién fue, el porqué lo tenía más o menos claro, o mal de amores o el puesto de directora, muy evidente, seguir los pensamientos y aceptar las lucubraciones de la narradora que era la joven Hazel, me resultaba muy evidente. Daisy es un personaje insufrible, cierto que nos cuenta la historia es Hazel y nos predispone a ello, yo decía a mi hija, estas escuchando la versión de una. Pero vamos, que es insoportable como trata a la gente y sobre todo a la narradora, «… no seas burra» «no seas estúpida…» «No me imaginaba que fueses a ponerte tan celosa por esto…» vuelve la tortilla con una facilidad que hincha la vena del cuello de cualquier lector, «… poco importa. ¡Yo tengo algo mucho más importante que enseñarte!», es intransigente, su persistencia poco razonable, la necesidad de control para sentirse segura, ¿de dónde viene? ¿Por qué dos personas tan diferentes se atraen? ¿Qué tienen en común? No acepta que Hazel pueda tener razón, aceptarlo para ella es como perder la reputación de la más inteligente, de líder, el respeto de los demás. Me gustan muchísimo las novelas que ponen escenarios posibles, como el baúl o el bebedizo, leí con interés estás escenas esperando la reacción que no se hizo esperar, está loca por qué se mete ahí, por qué bebe sin saber. Hacer lo que otros dicen sin sopesar los riesgos por pertenecer a un grupo, yo no lo haría, no eso no, pero otras cosas sí, vemos mejor la paja en el ojo ajeno. ¿Por qué hacemos cosas que no queremos? Renunciamos a nuestra individualidad por pertenecer, por encajar. Una novela que hemos disfrutado, pasado un buen rato, que ha dado para pensar sobre las decisiones que se toman sin sopesar riesgos y qué se esconde detrás de las personas que son como Daisy. Ojo, entender a una persona, no justifica lo que hace o deja de hacer, pero sí nos da ciertas herramientas para protegernos de esas personas intransigentes con ciertos rasgos narcisistas. Lo que menos me ha seducido es que no se nota mucho que la historia trascurre a principios del siglo XX, es un poco atemporal. Es una trama bien construida con algún giro inesperado y un final que hemos disfrutado. + Leer más |