Apóstoles y asesinos

Manuel Salvador Serrano tiene certezas. «Ya está bien de dejarse matar como conejos. Ni somos monjes ni mártires.
Hemos venido a cambiar el mundo, estamos encerrados en este castillo por eso. Y el mundo no se cambia sin romper el cascarón del huevo. Que me digan qué vamos a solucionar dejándonos matar. Que nos maten llenos de inocencia. Y que nuestros hijos y nuestras mujeres se mueran con la misma inocencia. Empachados de inocencia. Es lo que siempre nos han estado tratando de meter en la cabeza sus curas.»

... el barco se alejaba "llevando a Lluís Companys al éxito, a la gloria y al martirio". Si, pero eso sería mucho después. De momento lo llevaba a una ciudad, Barcelona, donde la ley cada vez estaba más cerca de los sumideros y las cloacas.

La tertulia es una hoguera de ecos, palabras y nombres subversivos. Proletariado, sindicalismo, Bakunin, hermandad, Spooner, bomba Orsini, patrón, Stirner, lucha, pan, trabajo, justicia, libertad.
Los camareros sientan a las personas respetables lejos de aquella barahúnda acostumbrada a entrar y salir de la cárcel. Gente a caballo entre el evangelio y la pistola. El peor ganado. Los policías los observan, ponen oído, dan cabezadas, leen periódicos, o lo fingen, en un rincón del local.

Martínez Anido ordenó la retirada de cualquier tipo de publicación que escapase a los códigos morales que él había aprendido en sus inmersiones católicas, ya fuera en las parroquias de Filipinas o en el trato con los curas castrenses en el norte de África.

...había atisbado cómo allí habían ido arraigando ideas de rebeldía, a las que siempre están propensas las masas, a menos que una mano dura regida por un preclaro cerebro y un espíritu previsor desvíe el rumbo de los impulsos sociales y paralice las inclinaciones violentas de dichas masas.

«Ese Seguí pacifista es mucho más explosivo que todos sus amigos juntos cargados de bombas», se oyó decir más de una vez en los círculos de empresarios barceloneses. «Con las huelgas que pone en pie y sus negociaciones nos desarma. Es el más subversivo, el más resbaladizo, el más dañino».

La noche, como en los cuentos infantiles, es un bosque lleno de lamentos y lobos. Barcelona duerme con un ojo abierto. En casa de Layret la pena, la indignación y los recuerdos se van dando un turno desordenado y enfermo.

El concejal, sin acudir a términos obvios, viene a recordarle (a Martínez Anido) que es el perro cancerbero de los señores y que no debe intentar poner orden en la casa, ni siquiera entrar en ella, sino que su única función consiste en cuidar la puerta y ahuyentar, del modo que sea, a la gente molesta.