La vida no espera a nadie, y la muerte nos lleva a todos
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La vida no espera a nadie, y la muerte nos lleva a todos
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Disfruté muchísimo todo el paquete de lo que hoy, en retrospectiva, puedo ver que es mi vida: lo mucho de bueno y lo no tan malo- vejez incluida, porque no la habría si no hubiera existido juventud-. Soy lo que soy por lo vivido.
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Tal vez nos viéramos poco pero ese poco nos veíamos mucho.
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¿Cuántas veces había que aprender la misma lección? ¿Cuan tas veces había que olvidar y volver a aprender que la vida da vueltas en todas direcciones? ¿Que no hay un límite de veces en que se puede enviar a una persona hasta el fondo, porque la vida no conoce el dicho aquel de "la tercera es la vencida?
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...y me recordaba lo importante que era escuchar: escuchar lo que la vida a veces susurra al oído, al corazón o a la tripa.
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La vida no espera a nadie y la muerte nos lleva a todos
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Que escuchen con los ojos, que vean con la piel y que sientan con los oídos, porque la vida nos habla a todos y sólo debemos saber y querer escucharla,verla,sentirla.
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Ella fingía fortaleza, como lo haría durante mucho tiempo, y fingiendo terminaría por creerlo, y creyéndolo, por hacerlo realidad.
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Ya no le cedería ni un pedazo de su vida ni de su voluntad a nadie.
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Yo no tengo fuerza. No tengo fuerza para buscarte. No tengo fuerza para perderte.
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Como agua para chocolate