El mensaje estaba claro: cualquier mujer que interviniera en política merecía y recibiría un castigo ejemplar. No fue la primera ni la única. Como ella, decenas de compañeras y amigas fueron acusadas y guillotinadas sin escrúpulos, sirviendo de ejemplo para el resto de las francesas. En la República de la Libertad quedaba prohibida la Igualdad.
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