Este libro catalogado como realismo mágico ha sido como leer una versión alternativa de "Charlie y la fábrica de chocolate". Los problemas que ha tenido Lucy, nuestra protagonista, han sido bastante reales, ella desde hace mucho quiere ser oficialmente la madre adoptiva de un niño llamado Christopher; pero siempre le ponen pegas (aunque he de decir que para adoptar no solo tienes que quererlo muy fuertemente, hay que tener estabilidad económica y social, poder permitirte comprar cosas de primera necesidad por ejemplo y no sentir que te estás ahogando) y no dejan que ella le adopte. También un punto importante que se ha visto al principio del libro es que la asistenta social que se encarga de las adopciones le puso los pies en la tierra a Lucy cuando le dijo que viviendo en un apartamento diminuto con dos compañeros universitarios que fuman y beben constantemente, que ella no dispone de coche propio y que además de su salario mínimo como auxiliar de maestra y un extra vendiendo bufandas por Etsy; no es el mejor entorno para criar a un niño de solo 8 años. Yo entiendo ambos puntos de vista, pero como dije antes, no basta con quererlo con cada fibra de tu ser. A Lucy obviamente le sentó mal y se seguía preguntando por qué no le dejaban ser su madre oficialmente (yo en esas escenas me daba un manotazo en la frente porque es de cajón que yo no me plantearía adoptar en las condiciones en las que está ella). Con tremenda tristeza le quiere dar la mala noticia a Christopher pero un extraño y extravagante concurso se lo impide. Su escritor favorito ha mandado por redes sociales un acertijo y aquellos quienes lo adivinen pueden ir a su isla privada (llamada "La Isla del Reloj") y ganar un deseo. Haciendo alusión al billete dorado de Willy Wonka, Lucy no se lo podía creer que supiera la respuesta; con lo que poniendo todas sus cartas sobre la mesa, decide participar en la yinkana dirigida por el propio escritor y el ilustrador de sus libros (Hugo). A decir verdad, el primer acertijo me resultó sencillo y muy interesante; dado que según el autor de la saga de libros de "La Isla del Reloj", un niño sabe más sobre acertijos que los adultos porque todos los protagonistas de sus libros (y por ende casi todo su público) son niños con diferentes problemas y miedos. En parte me gustó el final porque es agridulce, y me ha resultado familiar a una cita célebre de Mary Poppins "cuando me necesitáis pero no me queréis, debo quedarme; pero cuando me queréis pero no me necesitáis, debo irme". Esa sensación de que Mastermind (así se autoproclama Jack, el autor de los libros en sus propias obras) no te da lo que deseas pero sí lo que crees necesitar y no sabías que necesitarías. Con el tema de la yinkana he sido un poco reticente en la última prueba, ya que sí, era necesario meter trama respecto a Jack y su pasado o el del propio Hugo, pero claro, no hay forma de saberlo a menos que seas Lucy (que es un poco metomentodo), no hay forma de saber que la respuesta está vinculada a dos personas que ya conoces, las pruebas deberían estar relacionadas con su saga de libros, no con su oscuro pasado. Si bien la protagonista se ha mostrado firme en sus convicciones y sus metas, también tengo que decir que ha sido como ver una versión muy muy suave del cliché literario "el elegido", que ya le pase algo bueno o malo de por medio, al final todo puede ganarlo porque es el protagonista. Puedo recomendar este libro sin problema, pero para meterse en este tipo de género literario (realismo mágico) se puede probar con el clásico que mencioné al principio de la crítica o uno que se hizo famoso recientemente (aunque yo lo leí años antes de que empezara a viralizarse) "La Biblioteca de la Medianoche". Lo bueno que tienen este tipo de libros es que casi todo el real, salvo por algún que otro elemento o concepto; y eso facilita a veces el poder empatizar con un personaje (ya sea el protagonista o uno que no tiene mucha relevancia). + Leer más |