Era una confianza sin más lógica que su afición a la lectura. Siempre he sentido afinidad por las personas que leen, acaso porque viven de continuo una prueba de fe y no aceptan la realidad heredada.
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Era una confianza sin más lógica que su afición a la lectura. Siempre he sentido afinidad por las personas que leen, acaso porque viven de continuo una prueba de fe y no aceptan la realidad heredada.
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—Las ideas políticas pueblan los cementerios — afirmó.
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La coincidencia es una casualidad disfrazada de inocencia.
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El desierto nos abruma porque nos coloca ante nosotros mismos.
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"La indiferencia ante el dolor pone en tu mano el arma del verdugo".
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Era paradójica, esta circunstancia, que nos procuraba el alto honor de consumar una sentencia y al mismo tiempo nos despojaba de su responsabilidad.
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—Hijo, no hay nada tan cargado de fatalidad, tan definitivo, tan inevitable, como la trayectoria certera de un proyectil.
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En realidad, no eran armas lo que Padre coleccionaba, sino muertes. Pero eso lo sabría más tarde.
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le pediría que me perdonase y, al mismo tiempo, le pediría comprensión, porque los cuentos con los que mi padre me dormía encerraban siempre una moraleja terrible y porque cargó a su hijo con sus propias ambiciones. Le pediría también que no buscase culpa, porque no era culpa lo que sentía. Lo que sentía era vergüenza.
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La primera vez que fusilé a un hombre olvidé lavarme los dientes. Me sentía incómodo, sucio, me costó tanto concentrarme que a punto estuve de errar el tiro. Cuando se lo dije a mi amigo Sebastián, me acusó de insensible, de inmoral y de tener el alma de hielo... Le dije aunque no me lo preguntó, que mi dedo, el arma y la bala eran herramientas de las que un juez se servía para impartir justicia, y que no eran más responsables de la muerte de un hombre que las palabras con las que una ley dicta sentencia. |
¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?