Las herederas de la Singer

Cuando la realidad no encaja en tus moldes, solo significa que tus moldes están mal.

Siempre supo sacar fuerzas para seguir adelante en la vida, pero no para volver atrás.

Ese es el gran problema de las mujeres, que tú y otras tantas como tú no entendéis que no podemos evitar que haya machistas declarados porque en todos los ámbitos hay radicales, pero son los menos. Esos no son el problema. El peligro está en todos esos machismos con los que nos educan, los que sufrimos a diario sin mala intención, que vienen de buenas personas, hombres y mujeres, y que se producen sin que ni el ofendido ni el ofensor sean conscientes. El problema es que, como las mujeres hemos crecido con esos machismos, los aceptamos sin rechistar hasta que los interiorizamos y ocupamos, dóciles, el segundo plano al que la sociedad

Actúa. Si no sabes qué hacer, haz algo, lo que sea, cambia algo, actúa diferente a como lo haces normalmente, aunque sea en algo pequeño.

En cambio, yo me empequeñecí allí día tras día, igual que la Singer en su rincón. Y tras años de hacernos cada vez más invisibles, ya no quedó sitio en aquella enorme mansión para ninguna de las dos.

En un segundo la vida cambiaba, y no solía ser a mejor.

Murió igual que vivió: sin molestar.

Cuando la realidad no encaja en tus moldes, solo significa que tus moldes están mal.

El pedal de la Singer, el único lugar donde se sentía segura.

La guerra no duró tres años, la guerra aquí comenzó con la revolución del treinta y cuatro, ahí empezaron años de sufrimiento y de muerte. Y después, ¡ay, después¡ No hubo época más mala que la posguerra: todo era trabajar y trabajar, día y noche, y pasar hambre, miedo y penurias. Y el hambre terminó, pero el miedo duró décadas.