No se atrevía a besarla por no saber si en ella, si en él, un beso iba a despertar el cariño o la cólera. Callaba, miraba morir su amor.
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No se atrevía a besarla por no saber si en ella, si en él, un beso iba a despertar el cariño o la cólera. Callaba, miraba morir su amor.
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Pero que frecuentase casas de alcahuetas, se entregase a orgías con mujeres, llevase la vida crapulosa de criaturas abyectas, era una divagación insensata
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En lugares nuevos donde las sensaciones no están amortiguadas por la costumbre, el dolor cobra vigor, se reanima
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Esta nobleza del Imperio es otra cosa, desde luego, pero en última instancia, sea lo que fuere, es algo muy bello en su género, son gentes que después de todo se batieron como héroes
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Hubiese querido vivir hasta la época en que ya no la amaría, en que ella ya no tendría razón alguna para mentirle, y en que al fin podría saber de sus libaos si aquel día que había ido a verla por la tarde estaba o no acotada con otro.
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Y esos momentos en que ella se olvidaba hasta de la existencia de Swann le resultaban más útiles, le servían mejor que toda su coquetería para atar a Swann.
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¡Y pensar que podría visitar verdaderos monumentos conmigo, que me he pasado diez años estudiando arquitectura y que no hago más que recibir súplicas para acompañar a Beauvais o a Saint-Loup-de-Naud a personas de primer orden y sólo lo haría por ella; y ella en cambio, se va con esa partida de animales capaces de extasiarse sucesivamente ante las deyecciones de Luis Felipe y las de Viollet-le-Duc!
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Un ser despreciable incapaz de renunciar a un placer. Y si lo fueses, ¿cómo se te podría amar si ni siquiera eres una persona, una criatura definida, imperfecta sí, pero al menos perfectible? Eres un agua informe que corre según la pendiente que le ofrecen, un pez sin memoria ni capacidad de reflexión que mientras viva en su acuario, chocará cien veces al día contra el cristal, que seguirá tomando por agua.
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Decidió alejarla de él, llevárselas unos días al Midi. Pero estaba convencido de que todos los hombres que había en el hotel la deseaban y que ella también los deseaba. Antes, cuando iba de viaje, siempre buscaba caras nuevas, reuniones numerosas; ahora se le veía huraño, rehuyendo la compañía de la gente como si le hubiesen herido cruelmente
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Y todos los recuerdos voluptuosos que llevaba consigo salir de casa de ella eran otros tantos esbozos, otros tantos "proyectos" semejantes a los que nos muestra un decorador, que permitían a Swann hacerse una idea de las actitudes ardientes o extasiadas que ella podía tener con otros. De modo que llegaba a lamentar cada placer que gozaba a su lado, cada caricia inventada cuya dulzura había cometido la imprudencia de señalarle
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¿En que año nació Marcel Proust?