Hay que ser como el bambú. Hay que aprender a doblarse y cimbrearse con el viento.
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Hay que ser como el bambú. Hay que aprender a doblarse y cimbrearse con el viento.
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Según mi experiencia, hay ocasiones en las que una buena persona debe hacer algo malo, pero que, pese a ello, sigue siendo lo correcto.
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Por primera vez en la vida creo comprender qué es la amistad verdadera. No solo es que le caigas bien a alguien; es que alguien quiera pasar a la acción por ti.
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Durante mi cuarto de siglo me han llamado muchas cosas, y he aprendido que eso de que "a palabras necias, oídos sordos" no siempre funciona, y que muchas veces no puedes quedarte sorda así, sin más.
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Al final todo acabará bien, y si no acaba bien, es que aún no es el final.
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Nunca entenderé por qué la gente encuentra la verdad más chocante que las mentiras.
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Las personas son un misterio que nunca se puede resolver.
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Es más fácil de lo que nunca pensarías: existir a simple vista mientras permaneces en gran parte invisible. Eso es lo que he aprendido de ser una camarera.
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Nunca entenderé por qué la gente encuentra la verdad más impactante que las mentiras.
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Es gracioso lo difícil que resulta apreciar, bajo los efectos del estrés, las pequeñas cosas inspiradoras que nos rodean.
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La edad de la inocencia