¡Dichosos quienes agitan un pañuelo de despedida! Son felices, sienten pena... Sufro sin pena la vida. Me duele hasta donde pienso, y el dolor es de pensar, huérfano en un sueño suspenso que la mar quisiera vaciar... Y asciende hasta mí, cansado de inútiles agonías, del muelle donde no zarpo, marejada de los días. |