La casa entre los cactus

O quizás la mentira fuera esta realidad en la que mamá había bautizado con nombres de flores a cinco niñas escondidas en una casa entre los cactus.

Actuabas movida por el amor, nunca pidas perdón por eso, nunca.

Elmer era experto en extender sábanas blancas sobre la realidad.

Desde la ventana rota Rose divisó a Melissa hablando con sus cactus. Movía los brazos de manera agitada, algo poco habitual en sus charlas con ellos.

El brillo tenue de aquel hematoma apenas iluminaba en paisaje, convirtiendo el bosque de cactus en un misterio de oscuridad y espinas.

Se produjo un silencio. Melissa percibió en mamá su intención de no proseguir la conversación. A pesar de las risas de antes, no terminaba de gustarle la presencia de aquel desconocido en la casa.

Son como espantapájaros del desierto.

Es increíble este paisaje. No me canso de mirarlo, con todos estos cactus, estas rocas tan imponentes. Esta soledad. Me gustan mucho los desiertos. Y este olor, este aire tan puro.