El mayor interés de esta biografía del genio de Bonn es el uso de material epistolar del propio biografiado y de contemporáneos suyos que dan una imagen del compositor a veces conmovedora. Cito la carta de Goethe a Zelter siguiente: "He conocido a Beethoven en Teplitz. Su talento me asombra; por desgracia, tiene una personalidad completamente salvaje. Es posible que tenga algo de razón al considerar que el mundo es un lugar detestable, pero seguramente no lo vuelve un poco más agradable, ni para él ni para los demás, con su actitud. Se le puede perdonar fácilmente, por otro lado y en gran parte se le compadece, porque su sentido del oído le está abandonando, circunstancia que perjudica menos la parte musical de su naturaleza que la social. Tiene un carácter lacónico y llegará a doblarlo a causa de su carencia". Es curiosa la actitud condescendiente del gran escritor alemán con uno de los mayores genios de la humanidad. Destaco un fragmento de la memorias de Tomasek (1845) citado en el texto que critica con razón la muy popular en su momento Batalla de Vitoria: "El concierto finalizó con La batalla de Vitoria, que entusiasmó a la mayor parte del público. Yo, por el contrario, estaba dolorosamente afectado de encontrar entre el más grosero materialismo a Beethoven, a quien la providencia quizás ha dotado del más alto trono en el reino de la armonía. Los materialistas me dicen que él mismo ha tildado la obra de estúpida y que sólo le gustaba porque era un éxito que quitaba el aliento a los vieneses. Yo, por mi parte, creo que no era con La batalla que Beethoven, poco a poco, se había ido ganando el favor de Viena, sino con sus otras magníficas obras. Cuando la orquesta quedaba casi por completo eclipsada por el fragor ateo de los tambores, las sacudidas y portazos y yo expresaba al señor von Sonnleithner, mi desaprobación por el atronador aplauso, éste último, burlonamente, replicó que la multitud habría disfrutado de la obra incluso más si sus propias cabezas vacías hubieran sido golpeadas de la misma forma. El concierto fue conducido por Umlauf y Beethoven de pie junto a él marcando el ritmo, aunque en general su pulsación estaba equivocada debido a su sordera. Esto, de todas formas, no causaba confusión, ya que la orquesta seguía sólo el compás de Umlauf. Bastante ensordecido por la catarata de ruido, estuve contento de salir al aire libre de nuevo". + Leer más |