La zapatilla por detrás

Lo primero, dar las gracias al autor por dedicarme y firmar el libro, me ha hecho mucha ilusión ese detalle.

Realizar la reseña de "La zapatilla por detrás" no es fácil. Es un libro muy intenso, duro y real, tan real que cala, que llega dentro y nos revuelve todo.

En pocas ocasiones leo libros tan duros, o de este género. No es un tipo de lectura que me llame la atención, pero algo me animó a leerlo y no me arrepiento.

Javier Oliva nos transforma en Andrés. Porque en todo momento somos Andrés, y estamos en su cabeza. Vamos pensando a la vez que él, vamos moviendo los dedos, las piernas, la cabeza, a la vez que él. Sus miedos, sus inquietudes, sus cabreos, vamos despertando del accidente y recuperando los recuerdos a la vez que lo hace Andrés. Me ha llamado la atención como el autor consigue transmitir todo de una manera muy real y, al menos a mi parecer, muy fiel a lo que es la vida real, la vida diaria en una situación así.

Andrés nos cuenta cómo se siente, frente a su propio cuerpo, pero, sobre todo, frente a las conversaciones que escucha de sus hijos.

Las reacciones que en estos provoca lo que le ha ocurrido al padre. Cómo cada uno, por su forma de ser, lo encara y las decisiones que toman.

En los hijos vemos reflejada la realidad de la sociedad hoy en día. En la que para muchos en ser viejo, el llegar a cierta edad, y peor aún si es con alguna enfermedad o dependencia, es un incordio, un estorbo. Es muy triste que alguien que en su momento lo dio todo por nosotros, que ha trabajado para sacarnos adelante, que nos ha cuidado, que nos ha dado la vida, quede relegado y olvidado sólo en casa, o en una residencia.

Javier Oliva nos trae la parte más oscura y ruin del ser humano, dónde nos importa más pillar herencia, no dilapidar el dinero en unos cuidadores, una residencia, que en que nuestro padre/madre esté bien. "Total, si no se entera", es una de las frases más dichas por los hijos de Andrés. Otra de ellas es "no tengo tiempo", y así pasan días sin que lo vayan a visitar. Egoísmo puro y duro. Algo muy a la orden del día, y que cada día nos hunde más en la miseria como seres humanos.

El final me ha emocionado, además de que en parte no me lo esperaba. Ya que en más de un momento he dudado de si el autor estaba jugando con nuestra mente sobre lo que leíamos de Andrés. Quizá me hubiera faltado una pizca de venganza, de mala leche por parte de Andrés después de todo lo que ha aguantado. Pero me ha dejado con buen sabor de boca, una sonrisa y una lágrima.

Quizá por la situación actual del covid, nuestros mayores y la situación de muchas residencias, haya gente que no se anime con su lectura al leer la sinopsis o la reseña. Pero diré que merece mucho la pena, es diferente, y si no es ahora, más adelante, es un libro que deberíamos leer, para valorar las cosas realmente importantes y no olvidar a nuestros antepasados. Como dice Andrés, la historia de nuestra familia no se tiene que perder, y la única manera es contándolo a las nuevas generaciones, para que desde pequeños valoren lo que tienen y además, el día de mañana no acabemos todos olvidados, en algún rincón oscuro de un edificio, de la memoria, o en una foto al fondo de un cajón.
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