Al fin, al cuarto año, Ino, después de verter variados llantos, volvió de regreso a su casa. La ninfa encontró a su esposo aguijoneado por la locura y a Temisto, madre de varones, y acogió doble dolor
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Al fin, al cuarto año, Ino, después de verter variados llantos, volvió de regreso a su casa. La ninfa encontró a su esposo aguijoneado por la locura y a Temisto, madre de varones, y acogió doble dolor
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Tomó así por tercera esposa a la hija de Hipseo y abandonó su amor por Ino. Entre tanto, mediante dulces cantos de nodriza, consolaba y calmaba a Melicertes, que pedía por la madre; lo hacía dar vueltas por los aires y, cuando lloraba por el lácteo alimento de la teta, le ofrecía su pecho de hombre, para saciar sus ansias de madre
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a mi hijo lo alumbró su padre, a ojos de todos. ¡He aquí una gran maravilla! Mira a Dioniso en brazos de su madre nutricia, arrimado a su acogedor seno. La guardiana del universo eterno, primogénito origen de los dioses, madre de todo, fue nodriza de Bromio; al infante Baco ofreció el mismo pecho del que había mamado Zeus, que reina en las alturas
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Y la diosa (Ino) tomó cuidado de él; cuando era aún un niño y lo puso a conducir un carro de carnívoros leones
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Recibe, señora, un nuevo hijo; acoge en tu seno al niño de tu hermana Sémele
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Y dejó a la criatura, imagen y figura de la cornuda Selene, a cargo de las Ninfas de los ríos, las hijas de Lamo
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Zeus Padre recibió a Dionisio semiformado, del flagrante seno de Sémele, cuando saltaba a través del rayo partero; y lo cosió en su muslo macho, mientras aguardaba el destello de Selene, la que lleva a término los embarazos
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En efecto, la llama celestial fue cuidadosa y liberó a Baco lanzándolo del seno carbonizado de la madre, cuando el himeneo tocaba a su fin por el matricida rayo. Los fogonazos, con un soplo suave, bañaron al niño que nacía prematuro
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¡Oh, mujer, la inteligencia de la celosa Hera te ha tendido una trampa con sus ardides! ¿Acaso crees, mujer, que mis rayos son suaves?
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Vamos, concédeme estos honores! ¡Que abrace la querida llama y regocije así mi corazón palpando el relámpago y tocando los rayos! ¡Dame de tus propios lechos nupciales la llama conyugal! Toda novia tiene su antorcha que la escolta en la consumación de su himeneo.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises