El niño del beso

Ya desde el principio este libro te pone los pelos como escarpias, con un acto que para nosotros los lectores es un sacrilegio: el incendio de una librería.

Un personaje que hasta ahora era secundario (aunque no por ello menos importante) en los anteriores libros que he leído de Salva, en este se convierte en protagonista indiscutible. Y es que por fin conocemos de primera mano, a Pablo, el librero, amigo indiscutible, leal hasta la médula, escandaloso. Pero en una vertiente que sólo ahora podemos ver.

Donde antes sólo veíamos su cara "risueña", siempre ahí, siempre optimista, siempre dispuesto a todo, aquí vemos su cara oculta. Y no hablo sólo de esa parte oscura que él reconoce sólo ante sí mismo, sino de la soledad, esa terrible soledad que se siente aun rodeado de amigos, de gente, y de la que no te puedes librar; porque es una soledad que viene de dentro, de tu ser, con raíces bien plantadas en tu pasado.

Y así comienza el libro, mostrando esa cara oculta de Pablo, dando a este personaje un trasfondo, que supera todas las expectativas.

Este libro tiene muchas lecturas, muchos recovecos, muchos sentimientos escondidos, como si fueran cajas de enigmas, puzzles complicados, sudokus casi imposibles de resolver. Cuando te has decidido a hacer la cruz a un personaje, este da una vuelta, ves más allá, y te replanteas todo.

A través de la historia de Pablo, y de los demás personajes que protagonizan esta novela (que os dejaré descubrir mientras leéis este libro), vemos las distintas facetas, personalidades que se han forjado bajo la homofobia de padres casposos, una sociedad restrictiva, expectativas creadas como etiquetas.

En definitiva, este libro escrito supera con creces todo lo anterior que he leído de Salva. Es una lectura apasionante, dura, directa al corazón. Un libro redondo como pocos.