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Una ventana al mal, eso es lo que se puede leer, de fondo, en La Bestia de Carmen Mola, pseudónimo bajo el que se cobijan los escritores Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero. Lo primero que debiera de sorprender del libro, ya no, llevamos muchos años en los cuales la distancia que hay entre una novela y un producto para la pantalla, ya sea grande o pequeña, ya no existe, es el ritmo trepidante que se imprime a la trama. Y eso que la acción se desarrolla en el año 1834, cuando Madrid no era más que un poblachón y no lo que es ahora, una selva urbana en la cual conviven más de cuatro millones de personas, siendo la capital de la cuarta economía de la Unión Europea. Además, en La Bestia vemos como se funden, creando un producto compacto y «digerible» para casi cualquier lector, diversos géneros, ya que en el texto encontramos elementos indispensables para cualquier thriller que se precie. Pero es que La Bestia es también una novela histórica, ya que a medida que vamos avanzando por sus páginas se nos muestra el paisaje humano, urbano y social que se vivía en Madrid en unos años en los cuales los ejércitos carlistas y liberales se repartían mandobles en el norte de España. También encontramos en el texto trazas de un folletín sentimental, que al igual que los de la época, vemos como avanzan, casi fascículo a fascículo, las varias historias sentimentales que se desarrollan en la trama. Un policía tuerto, Donoso, y un periodista que escribe como meritorio en uno de los incipientes periódicos que se publicaban en el Madrid isabelino, se lanzan a descubrir quién está asesinando y desmembrando niñas que viven en los arrabales de la ciudad. La trama se complica cuándo una oscura logia masónica y su lideresa se lanzan a evitar que se sepa la verdad de los asesinatos de las niñas, ya que tras esos ilícitos se esconde una trama política en la cual están enredados liberales y carlistas. Es un libro, que, teniendo el suficiente tiempo, se lee en un santiamén a pesar de que tiene casi 600 páginas, y eso se logra debido a que los autores que se embozan detrás del seudónimo de Carmen Mola saben imprimirle un tempo, en la mejor de las acepciones, cuando menos inquietante. Como todo libro que «bebe» de varios géneros simultáneamente, y que además está escrito con un «andamiaje» sólido, la experiencia de lectura, además de agradar a los sentidos, también nos permite aprender mucho de lo que era, y pretendía ser, Madrid, durante el reinado de Isabel II. Por último, decir que Carmen Mola también es la «culpable» de otros libros, atanor de géneros, como es la trilogía compuesta por La novia gitana, La red púrpura y La nena, en los cuales seremos testigos del actuar profesional de la inspectora de la CNP Elena Blanco. Ella y el resto de los componentes de la Brigada de Análisis de Casos, trastienda donde llegan los casos más difíciles que otras unidades de la policía no han podido resolver, se lanza a un Madrid contemporáneo, a detener a los «malos». |
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