Circe

Esa fue mi primera lección: bajo la apariencia plácida y familiar de las cosas, hay otra cara que aguarda el momento de romper el mundo en pedazos.

Él no quiere decir que no duela. No quiere decir que no estemos asustados. Es solo que estamos aquí. Esto es lo que significa nadar con la marea, pasear por la tierra y sentir su tacto en los pies. Esto es lo que significa estar viva.

Llevaba mucho tiempo siendo vieja y severa, esculpida por remordimientos y años, como un monolito. Pero eso era solo una forma que se me había dado. No tenía que conservarla.

Pensé en Ícaro, que había muerto siendo libre. Telégono moriría si no lo era; no morirían su carne y sus años, pero todo lo que había de dulzura en él se marchitaría y desaparecería.

Sabía que los echaría de menos cuando se fuesen. Yo le ayudaría a olvidar. Le diría que algunas personas son como constelaciones que solo iluminan la tierra durante una estación.

Es extraño pensar que una diosa pueda necesitar amigos.
—Todas las criaturas que no están locas los necesitan.

La miré, tan vívida en mi puerta como la luna en el cielo otoñal. Sus ojos sostuvieron mi mirada, grises y firmes. Se suele decir que las mujeres son criaturas delicadas, como flores, huevos, cualquier cosa que pueda quebrarse con un descuido momentáneo. Si alguna vez lo creí, dejé de creerlo.

«No puedo soportar este mundo ni un momento más».

Entonces, muchacha, crea otro.

Uno de los dones de la juventud es el de no sentir el peso de sus deudas.

A menudo los hombres más necesitados son los que más detestan mostrar agradecimiento y están dispuestos a atacarte solo por volver a sentirse poderosos.