A menudo los hombres más necesitados son los que más detestan mostrar agradecimiento y están dispuestos a atacarte solo por volver a sentirse poderosos.
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A menudo los hombres más necesitados son los que más detestan mostrar agradecimiento y están dispuestos a atacarte solo por volver a sentirse poderosos.
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No me dan miedo las armas ni la visión de mi propia sangre
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Pensé en Ícaro, que había muerto siendo libre. Telégono moriría si no lo era; no morirían su carne y sus años, pero todo lo que había de dulzura en él se marchitaría y desaparecería.
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Sabía que los echaría de menos cuando se fuesen. Yo le ayudaría a olvidar. Le diría que algunas personas son como constelaciones que solo iluminan la tierra durante una estación.
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La miré, tan vívida en mi puerta como la luna en el cielo otoñal. Sus ojos sostuvieron mi mirada, grises y firmes. Se suele decir que las mujeres son criaturas delicadas, como flores, huevos, cualquier cosa que pueda quebrarse con un descuido momentáneo. Si alguna vez lo creí, dejé de creerlo.
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Gemían y gruñían, apretando los hocicos contra el suelo. Lo lamentamos, lo lamentamos . Lamentáis que os haya atrapado, decía yo. Lamentáis haberos creído que era débil y haberos equivocado. |
¿A cuántos de nosotros nos concederían el perdón si se conociera lo que realmente albergan nuestros corazones?
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Cuando se lleva una vida solitaria, se dan pocos y preciosos momentos en los que un alma se sumerge junto a otra, del mismo modo que, una vez al año, las estrellas rozan la tierra.
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— ¿Quién hace mejores ofrendas: un hombre miserable o uno feliz? —Uno feliz, está claro. —Te equivocas —replicó—. Un hombre feliz está demasiado ocupado en sus asuntos. No considera que esté en deuda con nadie. |
Dado que no sabía nada, nada me parecía insuficiente.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?