En el Nueva York de los años 20, el mafioso Ricori, aparece en el consultorio del doctor Lowell, afamado neurólogo, con un individuo que parece estar muerto en vida y paralizado bajo un ataque de terror. Este extraño suceso le conducirá a una serie de casos similares, cuyo nexo de unión parece ser una mujer que practica las artes oscuras robando el alma a sus víctimas para clonarlas en diabólicos muñecos que cobran vida para hacer el mal. La novela arranca con una fuerza arrolladora ya desde sus primeras líneas, con un primer capítulo que erizará los pelos de vuestro cuerpo. Mediante una narración sencilla y directa en primera persona a través de la voz del médico, el autor nos conduce a una frenética historia cargada de matices terroríficos y terriblemente adictiva al más puro estilo hollywoodiense. Y es que ¡Arde, bruja, arde! Recuerda a las clásicas películas de serie B que se han convertido en grandes iconos de la historia del cine. En esta creepy y turbia novela, se dan todos los elementos pertenecientes a este género que hacen de esta historia una joya del mismo: maldiciones, brujas, muñecos asesinos, y la eterna confrontación entre ciencia y magia encarnada en su protagonista médico. Pero no solo entre brujas y maldiciones anda el juego, esta premisa tan oscura, concluye en genialidad gracias a su contextualización en la América de los gansters y la Ley Seca. Una historia que ha servido de referente a multitud de manifestaciones de la cultura popular de nuestros días; desde los agresivos soldados de King hasta el simpático Chucky, la influencia de Abraham Merrit y sus malvados muñecos es incuestionable. Novela muy disfrutable con un toque gamberro cargado de originalidad. La bruja os está esperando, ¿vais a plantarle cara?” + Leer más |