¿Niños? -resopló Bannor-. Esa palabra es demasiado amable para esa prole del demonio. Si no le hubiera contado los dedos de los pies yo mismo cuando aún era un bebé, te ordenaría que registraras a Desmod hasta encontrarle la cola, el tridente y las pezuñas. - Supongo que están un poco descontrolados -dijo el mayordomo, prudente, conteniendo una sonrisa-. Quizás es tan solo la exuberancia natural de la juventud. - ¿Exuberancia?... Malevolencia, diría yo. |