Había aprendido que la felicidad debía aprovecharse en el momento en el que se presentaba.
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Había aprendido que la felicidad debía aprovecharse en el momento en el que se presentaba.
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Ella me hace ser mejor, sentirme mejor, me completa. Sería un auténtico idiota si no hiciera todo lo que esté en mi mano para conservarla a mi lado.
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Miré fijamente esos preciosos ojos verdes y vi mi futuro en ellos, nuestro futuro. Jamás en la vida había querido ver eso en nadie; sin embargo, con Hannah Daniels no podía conformarme con menos que un infinito.
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Creía que había conseguido salir a flote, pero entonces vine aquí y me di cuenta de hasta qué punto estaba equivocado, solo me había mantenido cerca de la superficie. Y lo supe porque conocerte fue como emerger del agua y tomar esa ansiada bocanada de aire fresco, después de haber aguantado la respiración hasta que te ardían los pulmones y estabas seguro de que ibas a morir ahogado.
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Pocas cosas son realmente imposibles. La mayoría de las veces esa no es más que la excusa perfecta tras la que escudarnos. La forma en la que justificamos ante nosotros mismos, y ante los demás, el no habernos atrevido a perseguir nuestros sueños.
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Pero si algo he aprendido es que hay que vivir el ahora. Es bueno pensar en el futuro, tener sueños, objetivos, aunque no hay que perder de vista el presente. Debemos aprovechar cada día al máximo de nuestras posibilidades, porque puede que mañana ya no podamos hacerlo.
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Cuando te bese como he deseado hacerlo desde hace mucho, será para que te ahogues en mi sabor y yo en el tuyo, para que te estremezcas por mis caricias y el roce de mi lengua, no por las imágenes que pueblan tus pesadillas.
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Entendí que por mucho miedo que nos diera, y me daba auténtico terror, arriesgar el corazón era lo que nos daba vida. Y esta no esperaba a nadie, seguía su camino, de nosotros dependía saber aferrarnos a las oportunidades que nos brindaba, para que así, en la última estación, no tuviéramos que preguntarnos «¿y si…?».
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La vida no es una película o un libro. A veces, en la realidad, la mejor manera de derrotar al malo no es matándolo o encerrándolo, sino siguiendo adelante, viviendo y consiguiendo ser feliz. A veces, la mejor manera de vencer es condenar a esa persona al olvido; porque si deja de importarte, ya no tiene poder alguno sobre ti.
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"(...)arriesgar el corazón es lo que nos daba vida."
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Manolito ...