Mujercitas (Clásicos Ilustrados)

Todos llevamos cargas, tenemos un camino por recorrer y nuestro anhelo de hacer el bien y alcanzar la felicidad nos guía para superar los contratiempos y los errores que nos seo¡paran de la paz.

La vida esta llena de momentos difíciles, pero podemos soportarlos mejor si pedimos ayuda de la forma adecuada.

Hijas, tengo ambiciones para vosotras, pero no deseo que deis la campanada y que os caséis con hombres ricos por su dinero o porque tengan grandes casas si no son verdaderos hogares porque no hay amor en ellos. El dinero es útil y noble si se gasta bien, pero no quiero que lo consideréis lo primero o lo único por lo que se debe luchar. Antes prefiero veros casadas con hombres pobres si os hacen felices, os quieren y estáis contentas, que veros como reinas sentadas en un trono sin autoestima ni paz.

Aún no había aprendido lo rica que era en las bendiciones que realmente hacen alegre la vida.

Siempre miraban atrás antes de volver la esquina porque su madre siempre estaba en la ventana para sonreír mientras asentía y les decía adiós con la mano. De algún modo parecía que no pudieran pasar el día, al margen del humor que tuvieran, sin aquella despedida materna que era para ellas como un rayo de sol.