Todas las religiones son estúpidas, con su moral pueril y sus promesas egoístas, monstruosamente idiotas. Solo la muerte es cierta.
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Todas las religiones son estúpidas, con su moral pueril y sus promesas egoístas, monstruosamente idiotas. Solo la muerte es cierta.
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¿Qué espera? ¿Amor? Unos cuantos besos más, y será usted impotente. ¿Y qué más, después? ¿Dinero? ¿Para qué? ¿Para pagarse mujeres? ¡Bonita dicha! ¿Para comer mucho, volverse obeso y gritar noches enteras con las mordeduras de la gota?
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Toda esa gente, ya ve usted, son unos mediocres, porque tienen la mente entre dos muros - el dinero y la política-. Son unos redichos, querido, con quienes resulta imposible hablar de nada; de nada cuanto nosotros amamos.
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A fin de dar al periódico un cariz literario y parisiense, se había ligado él a dos escritorios célebres en dos diferentes géneros, Jacques Rival, cronista de actualidad, y Norbert de Varenne, poeta y cronista fantástico o, mejor dicho cuentista según la nueva escuela.
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Puesto que ella tenía deseos que él no podía satisfacer de momento, ¿no era muy natural que los pagase, en vez de privarse de ellos?
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La miraba, irritado por el misterio encerrado en aquella cabeza linda y muda y que pensaba, acaso en ese mismo momento, en el otro, en los otros, con añoranza. Cuánto le hubiera gustado mirar en ese recuerdo, escudriñarlo, y saberlo todo
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¡Por fin tenía una, una mujer casada! ¡Una mujer de mundo! ¡Del verdadero mundo, del mundo parisiense! ¡Qué fácil es inesperado había sido!
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Vivía con la obsesión de su imagen, como cierre. A veces cuando se han pasado unas horas encantadoras cerca de un ser. Diríase que se sufre una posesión extraña, íntima, confusa, turbadora y exquisita
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Imaginaba una magnífica aventura de amor que lo conducía, de un solo golpe, a la realización de su esperanza. Se casaba con la hija de un banquero o de un gran señor.
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Las paredes tapizadas de un papel gris con ramilletes azules, tenían tantas manchas como flores, manchas antiguas, sospechosas, de naturaleza indefinible, bichos aplastados o gotas de aceite, huellas de dedos untados de pomada o espuma de la palangana proyectada lavarse . Olía a miseria vergonzante.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises