El pecado de los titanes

Estamos delante de la tercera parte de una historia que aunque no lo supiéramos al principio es un todo, y aquí se nos completará un puzzle para que el lector acabe observando el lienzo entero, y pueda entender los puntos ciegos que nos encontramos en las dos anteriores historias.

Lo que empezó como un thriller básicamente psicológico, dio paso a una combinación de éste con una parte más erótica, que se mantiene en esta tercera parte. En esta ocasión tenemos dos voces en primera persona. Dos historias paralelas para terminar en un mismo sitio, que no parecía que pudiese ser compartido después de la lectura de las dos primeras historias.

No mencionaré a los personajes que van saliendo para mantener el misterio de aquellos que ya hayan leído las dos primeras historias o lo quiera hacer ahora. La mayoría de personajes que nos iremos serán viejos conocidos, y los pocos nuevos que aparecerán permiten dar el contexto global necesario para unir todas las historias que teníamos abiertas. Y la gran sorpresa de este libro será ver que muchas de las cosas que nos podíamos imaginar o pensar, no eran así, que había muchas cosas que el autor había escondido muy hábilmente para podernos dar una traca final de 230 páginas sin resuello ni calma. Todo acción y giros argumentales que nos tendrán enganchados hasta la última página.

Las primeras personas siguen dando un perfil muy marcado a cada personaje, con una fuerte presencias de la ironía y el sarcasmo, una marca de identidad de este autor, que utiliza muy bien el recurso, sin que se haga pesado o soez, consiguiendo destensar situaciones, que muchas de ellas no son ni mucho menos fáciles.

Como ya nos mostrara anteriormente, el autor se mueve a la perfección en la compleja linea que separa las enfermedades psicológicas y lo que podrían ser supuestos poderes paranormales, sin banalizar nada, tratado con respeto, pero aprovechándose de ello para ir incrementando el misterio y las dudas que se puedan plantear de los diferentes personajes. Igualmente no utiliza el erotismo para crear escenas cliché subidas de tono para llenar páginas, tienen todo su sentido, llegando a jugar con el lector, y creando gran confusión cuando todas las piezas del puzzle se están juntando y consiguiendo que la incertidumbre sea máxima en las últimas páginas. Sin estas, al igual que pasa con los problemas psicológicos de alguno de los personajes no habría ningún tipo de historia que contar.

Lo mismo sucede con las escenas más violentas y crudas, son necesarias para explicar la historia, para encajar cada personaje en el marco global de la historia, el autor muestra saber cuales son las líneas que no quiere cruzar, cuando son razonables, y lo más importante cuando realmente son necesarias para el argumento.

Debo reconocer que todo y ser un libro corto, no hay puntada sin hilo, que todo lo sucedido hasta el momento va encajando a una velocidad endemoniada y que el final del libro sorprende, y no soy de los que se sorprenda fácilmente, muchas veces me encuentro sabiendo que sucederá o quien será el asesino a la mitad del libro. No ha sido el caso, los giros son constantes, la sangre parece que vaya cayendo en cascada a cada página que pasas, y si una situación te parecía sorprendente, la siguiente lo es más, hasta llegar al clímax final, donde la sorpresa es de boca abierta y un aplauso bien generoso.


Es una trilogía que se merece una oportunidad, si no se ha leído háganlo del tirón, lecturas fáciles, rápidas ideales para el verano que ya está aquí y las vacaciones a la vuelta de la esquina. Si ya han leído los dos primeros, sólo falta decir que ya deberían estar leyéndolo para saber de que pecado nos habla el autor. Saber como acabaran todos los personajes que hemos ido conociendo sólo es cuestión de un fin de semana, si llega, yo me lo he leído del tirón, un excelente libro de domingo.
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