Los fantasmas de una vida: Una de las 50 mejores memorias de los últimos 50 años según The New York Times

Memorias, autobiografía, autoficción, literatura confesional... Reconozco que cada vez que selecciono el género para su lectura aspiro a revivir las sensaciones de las de "Adriano" de Yourcenar, "Fouché", "Magallanes" o "María Antonietta" de Zweig. O la conocida de María Sklodowska, incluso "La ridícula idea de no volver a verte", gran trabajo de Rosa Montero, aunque me incline mucho más por la magnífica "El mundo de ayer", las memorias del europeo Stefan Zweig, o "Nada se opone a la noche" de Delphine de Vigan.

Autoficción: ese escorzo sublime, el potente desdoblamiento coherente de algunos autores para narrarse a sí mismos.

"Los fantasmas de una vida", de Hilary Mantel: "una de las 50 mejores memorias de los últimos 50 años, según The New York Times", proclama la faja editorial como reclamo publicitario". Obviamente, desconocemos cuáles hubieran sido las 49 restantes seleccionadas.

El momento de la reedición era oportuno, a punto ahora de cumplirse el primer aniversario de la muerte temprana de una autora considerada la reina de la literatura de ficción histórica y una de las mejores escritoras contemporáneas.

Hilary Mantel quedará para siempre en la historia de la literatura por su trilogía sobre Thomas Cromwell, secretario y ministro principal de Enrique VIII a mediados del siglo XVI, premiada en su primera entrega, "En la Corte del lobo" (2009), y en la segunda, "Una reina en el estrado" (2012) sobre Ana Bolena -ambos, por supuesto, acabaron decapitados en la Torre de Londres-, con el prestigioso "Booker Prize". Siendo, ya en sí misma, fascinante para mí la época Tudor, Mantel conseguía, además, un doble hito: ser uno de los cuatro autores que conseguían dos Booker y ser la primera mujer en atesorar un segundo.

Como nada se reduce al relumbrón de la fama ni a las cuantiosas ganancias económicas, Mantel tuvo una infancia difícil y muy austera en el seno de una familia católica. Después, durante su carrera universitaria de Derecho llegó el dolor. Un dolor que la acompañaría durante muchos años de su vida. El eterno proceso diagnóstico, lleno de frustración y muy incapacitante, que tuvo como consecuencia la imposibilidad de ser madre, la abocó a la escritura, su salida, su vía de escape, su salvación y el camino donde brillaría lo mejor de sí misma... Los caminos del Señor son insospechados, ya sabéis.

La justificación de esta obra, en la que Mantel se dibuja de manera honesta y poco complaciente consigo misma, la escribe la propia autora y nadie mejor que ella para transmitirlo:

"He dudado mucho antes de empezar esta narración. Durante mucho tiempo tuve la sensación de que era otra persona, la que estaba escribiendo mi vida. Me sentía capaz de crear o de interpretar personajes de ficción, pero no me veía capaz de crearme o interpretarme a mí misma. Más o menos cuando llegué a la mediana edad, empecé a comprender por qué. Ese libro sobre mí lo estaban escribiendo otras personas: mis padres, la niña que fui en algún momento, y mis propios hijos nonatos, extendiendo sus dedos espectrales para asir el bolígrafo. Empecé a escribir como un intento de vindicar mi derecho de autora."

Si te interesa Mantel, comienza por su obra de ficción donde, sin duda, dio lo mejor de sí misma: paciencia, meticulosidad, precisión sin florituras, dominio de los procesos narrativos, un enorme trabajo de historiografía, un gran conocimiento de la condición humana, la valentía (certera o no) de mirar los hechos desde otra perspectiva. Hasta se atrevió a fabular con el asesinato de Margaret Thatcher sin perder un miligramo de prestigio.

Tan interesante su literatura como su propio personaje.

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