La niña que no sabía odiar

"La niña que no sabía odiar" es un libro que contiene el testimonio de Lidia Maksymowicz sobre su paso por Auschwitz-Birkenau. Está escrito por Paolo Rodari y además contiene un prólogo escrito por el Papa Francisco.

Lo cierto es que me esperaba otro tipo de lectura, quizá la vida de Lidia Maksymowicz de una manera más novelada, pero aún así es una historia que me ha estremecido u he disfrutado. Que la narración sea en primera persona impacta más, y hace que sea más directo la situación por la que tuvieron que pasar millones de personas. Tal y cómo Lidia Maksymowicz dice, no se puede olvidar lo ocurrido, para no repetirlo, por lo que libros como "La niña que no sabía odiar" son muy necesarios.

Lidia Maksymowicz llegó a Auschwitz-Birkenau con apenas tres años. Con la llegada al andén, fue separada de sus abuelos, a quién nunca más volvieron a ver, y de su padre y su hermano. al poco, fue también separada de su madre, ya que Lidia fue seleccionada por Josef Mengele para sus experimentos, a quien pronto conocerían como el "Ángel de la muerte". No es la primera vez que leo sobre ello, de echo, me impactó mucho el libro "Las mujeres de la casa de las lilas" de Martha Hall Kelly, pero con cada nuevo testimonio se me siguen poniendo los pelos de punta.

Lidia va alternando retazos de su vida antes de Auschwitz-Birkenau con situaciones allí vividas, ya que aunque era pequeña guarda recuerdos de ciertos detalles, como cuando Mengele entraba en el barracón y todos los niños se escondían para intentar no ser seleccionados para el nuevo experimento; o como cuando su madre arriesgaba la vida reptando de un barracón a otro para verla y llevarle algo de comida, cebollas mayoritariamente. También narra cómo vivió la liberación del campo, la vida junto a una nueva familia adoptiva y la búsqueda de sus padres biológicos, con su posterior reencuentro. Se podría decir que el peso mayor de la historia se la lleva esa parte, el "después" del campo y todo lo que ello desencadena.

Pero especialmente Lidia se centra en los sentimientos, los miedos, o "manías" a los que ha tenido que hacer frente año tras año, y aún en la actualidad tras su paso por el campo. Auschwitz-Birkenau vive dentro de ella, no es algo que se pueda dejar en el pasado, y por mucho que leamos es imposible llegar a imaginar todo lo ocurrido o ponernos 100% en la piel de las víctimas, pero la realidad es que con testimonios como el suyo, nos podemos sentir un poco más cerca y sentir el miedo, hambre y derrotismo que imperaba en los campos, si no también sentir la esperanza y fuerza que se respiraba en el campo por luchar y seguir adelante día tras día, esperando que todo acabe. Aunque ya lo he dicho, es importante que generación tras generación no caiga en el olvido, y que quién quiera acercarse a visitar algún campo como Auschwitz-Birkenau, sepa lo allí ocurrido y las miles de vidas cuyas cenizas se fundieron con la tierra que pisan.

"La niña que no sabía odiar" contiene además fotografía de Lidia Maksymowicz de pequeña tras ser liberada del campo, del reencuentro con sus padres biológicos, de su tatuaje 70072 realizado en el campo y aún visible, o por con el Papa Francisco, cuando se conocieron y este dejó un beso en el tatuaje de Lidia, junto con otras fotografías. Es un detalle que me ha gustado y ayuda a que el lector se sienta más cercano a Lidia y a su historia.

En "La Niña que no Sabía Odiar" de Lidia Maksymowicz, nos encontramos con un relato impactante y conmovedor que narra la asombrosa historia de supervivencia y resiliencia de una valiente alma en el corazón de uno de los períodos más oscuros de la historia de la humanidad. A través de la pluma hábil y emotiva de Maksymowicz, nos adentramos en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau y atestiguamos la lucha increíble de una niña de tres años por mantener su humanidad intacta en un entorno impregnado de crueldad y odio.

Desde el primer párrafo, somos transportados al horror de Auschwitz junto a Lidia, quien se encuentra atrapada junto a su madre, abuelos y hermano adoptivo debido a su apoyo a la resistencia partidista. La narrativa vívida y evocadora de Maksymowicz nos sumerge en la cruda realidad de los experimentos médicos inhumanos a los que Lidia es sometida, sufriendo inyecciones de enfermedades y luchando por sobrevivir en condiciones de desnutrición extrema. A pesar de las dificultades, la relación especial entre Lidia y su madre emerge como un rayo de esperanza, un lazo indestructible que trasciende las barreras del horror.

La prosa sensible de Maksymowicz nos guía a través de la liberación del campo de concentración y la búsqueda desesperada de Lidia por su familia. La conmovedora descripción de su adopción y el camino hacia la sanación emocional nos revela el poder redentor del amor y la determinación humanos.

"La Niña que no Sabía Odiar" es mucho más que un libro. Su historia nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia capacidad de perdón y compasión en medio de las adversidades, y nos inspira a abrazar la luz incluso en los momentos más oscuros.

Increíble testimonio de Lidia, una de las últimas supervivientes de Auschwitz.
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Con apenas tres años, Lidia llega al campo de concentración junto a su madre. Tras la selección las separan y ambas harán lo posible por sobrevivir.
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Lidia tiene los ojos claros, una de las obsesiones de Josef Mengele.
En el pabellón donde la destinan Lidia convive con muchos otros niños, todos ellos seleccionados por Mengele para sus experimentos y estudios.
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Un testimonio desgarrador.
No sólo por el hecho de lo que tuvo que sufrir en el campo sino, también, de lo que esa experiencia acarrea en la mente de una niña. Como una simple caricia le hace erizar la piel o el hecho de sentarse a la mesa y no utilizar los cubiertos y engullir la comida por miedo a que venga alguien a quitársela.
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Me encanta que quede constancia de todo lo que pasó. Que los que allí estuvieron saquen a la luz todo lo que ocurrió, sin miedo, sin reservas. Sólo así las generaciones que hemos venido detrás sabemos de aquel horror y sólo así podremos tener presente que hay cosas que no deben volver a ocurrir.
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Juro que me cuesta mucho entender cómo ciertas personas juzgan o señalan a otras por el simple hecho de tener otras creencias, otro color de piel o por amar a quien les dé la gana. ¿Acaso no tienen dos ojos, dos manos, un corazón, dos piernas igual que tú? ¿Acaso no son personas igual que tú antes de ser de una u otra religión, país o lo que sea? de verdad, ¿tan complicado es respetar al que no opina igual que tú?
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En fin, gracias Lidia por no esconderte, romper las barreras de la vergüenza y contar tu historia.
Personas como tú, fuertes, luchadoras y valientes, hacen mucha falta en este mundo.
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Para todos aquellos que nos gusta leer y aprender sobre este hecho de la historia es una lectura muy recomendable.

Este es un libro de no ficción. Una novela basada en una historia real, la historia de Lidia Maksymowicz. Lidia tenía tres años cuando entró en el campo de exterminio nazi Auschwitz-Birkenau. Entró con su familia, pero cuando Birkenau fue liberada su familia ya no estaba. Allí dentro, sobrevivió a duras penas. Fue escogida por del doctor Josef Mengele, como a otros tantos niños, para sus crueles experimentos. Era muy pequeña para recordar pero, sus intensas vivencias no se borraron. Mientras su madre estuvo en el mismo campo, la alimentaba con lo poco que podía e intentó que su hija no olvidara quien era y de donde de venía. Una historia desgarradora, cruda y conmovedora. Una lección de vida, Lidia se niega a odiar porque ni puede ni sabe: El odio solo trae más odio. El amor, por otro lado, tiene el poder de redimir”
Está narrada en presente y en primera persona porque es testimonio directo de lo que allí sucedió. El prólogo es de su santidad el Papa Francisco, quien pudo conocer a Lidia en persona.
Creo que es un libro muy necesario, pero preparad un paquete de pañuelos.

No es la primera vez que me he aproximado a un libro donde se cuenta un testimonio sobre el horror que se sufrió en los campos de exterminio nazis. Creo que es importante conocer estas historias, donde confluyen las experiencias de los supervivientes, experiencias que tienen muchos puntos en común las unas con las otras.

No se abordan ninguno de los macabros experimentos de Mengele como cabría esperar leyendo la sinopsis de la contraportada. de hecho, Mengele es una figura que aparece poco. Pero no por ello la historia que aquí se cuenta carece de interés, sino todo lo contrario.

El testimonio, quitando los experimentos que no se narran, desborda honestidad por los cuatro costados. La protagonista es sincera, y esa sinceridad se alcanza de pleno en la mitad del libro. Ya lo advierte ella misma cuando indica que como niña se acuerda de algunas cosas, no de todo. El resto que aquí se cuenta se completa por lo que vivió su madre biológica y otros supervivientes con los que estuvo en esos barracones, y que todo ello en conjunto da fondo y forma a este testimonio.

Lo que más me ha gustado del libro ha sido el "después", es decir, una vez la protagonista ha sido liberada del campo, terminada la guerra y lo que siguió a continuación.
Ahí el testimonio es sincero y apabullante. No se anda de rositas ni se concede a sí misma la disculpa de sus sentimientos que son tal cual. Su desconfianza, su recelo ante la nueva "vida", lo que le cuesta asumir la "normalidad".
El paseo con su madre biológica, hacia el final del libro, por los barracones, donde ambas estuvieron recluidas, es de poner los pelos de punta. Ha conseguido emocionarme, con lo difícil que es eso para mí.

Muy recomendable conocer esta historia, como muchas otras que también he leído y reseñado sobre este tema que nunca debemos olvidar.
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