Yo, precario

Javier López Menacho publicó Yo, precario en 2013, después de escribirlo entre los diferentes trabajos precarios que describe en sus páginas. Las cuatro crónicas que componían esa primera edición son las crónicas de las generaciones que sufrieron los peores estragos de la crisis del 2008. Ahora, casi una década más tarde, La caja books recupera esta obra, ampliada por su autor con dos crónicas más. A pesar del paso del tiempo, su contenido sigue siendo de gran actualidad, desgraciadamente para nosotras. Lo empecé pensando en la brecha generacional y en que me costaría identificarme con el protagonista, después de la primera página estaba completamente inmersa en la historia, riéndome a carcajadas con el humor negro del autor y viéndome en su misma situación dentro de no mucho.

Javier López Menacho, el autor-protagonista, es un joven licenciado incapaz de encontrar un trabajo permanente que se ve obligado a aceptar trabajos temporales precarios con condiciones inhumanas. Aparte de tratarse de contratos mal pagados, también empiezan y acaban de manera repentina. ¿Os suena de algo? ¿Cómo planificar un futuro familiar en esta situación? El protagonista se pasea por los centros comerciales vestido de una chocolatina gigante de una conocida marca de chocolates; se patea toda la ciudad para auditar bares y cafeterías para una empresa de tabaco a razón de 2€/bar; se convierte en speaker de los partidos de la selección española para una empresa de automóviles...

Y claro, uno no puede quejarse, porque la reacción de la gente es: al menos tienes trabajo. Porque tener o no trabajo es la única manera de que alguien pueda demostrar su valía social, de mantener su dignidad, mientras que el paro es un desierto por el que los trabajadores caminan sedientos y despersonalizados. ¿Qué importan las condiciones? ¿Qué importa que el sueldo no es suficiente para llegar a fin de mes, para crear una familia, para tener vida fuera del trabajo? ¿Qué importa nada si se es productivo? ¿Qué importa nada cuando uno está en el ruedo del capitalismo? Yo, precario no está escrito desde la amargura, sino desde el humor absurdo que supone (mal)vivir en la ciudad condal "de lo que salga".

Doy por sentado que la mayoría de los que nos hemos adentrado en el mercado laboral por primera vez en las dos últimas décadas nos vemos tristemente reflejados en lo que se cuenta en este libro. Da igual lo distinto que sea el campo profesional en cuestión; todos comparten esa terrible palabra, tan frecuente donde quiera que mires: precariedad.

Cuando vi este libro en la lista de posibles lecturas de "masa crítica" de Babelio, me atrajo como un imán. Por suerte, me tocó un ejemplar para reseñar y lo leí del tirón, a pesar de no ser especialmente breve.

El autor trata de dar unas pinceladas de humor a su crónica de la explotación laboral, pero abunda la desolación, tanto en su discurso narrativo como en la sensación que deja en el lector y confidente, pues llegas a sentirte frente a un espejo que te recuerda esos trabajos basura en los que, encima, sin saber bien por qué, te dejabas la piel.

Como primera conclusión, sabemos que, "trabajo" hay; otra cosa es que se le pueda llamar trabajo a ganar cuatro euros por hora. También hay cuestiones adyacentes al tema de los suburbios laborales, como la inseguridad ciudadana. Sufrir un atraco callejero le puede ocurrir a cualquiera en cualquier escenario, aunque aquí el suceso añade dramatismo a todo lo demás.

El libro es una crónica y, por tanto, recopila una sucesión de anécdotas y momentos vitales del narrador. El interés, más allá de dejar constancia de una época, es abrir debates y plantear interrogantes. Creo que el lector puede ir sacando conclusiones, sobre las que no siempre reflexiona el protagonista. Personalmente, creo que la culpa de los niveles de degradación laboral alcanzados en este país en las últimas décadas no es culpa únicamente de los explotadores. Y esto no forma parte de una crítica literaria, pero no me puedo resistir a comentarlo. Como digo, me parece una cara de dos monedas, en la que los explotados tienen su parte de responsabilidad al tragar con todo y querer vivir por encima de sus posibilidades. Como muestra, tenemos el momento en que el narrador gana unos 30 euros en una semana y se lo gasta todo en copas en una sola noche ese finde.

Si nadie aceptase un trabajo basura, no tendrían más remedio que mejorar las condiciones. Hay gente que trabaja porque se aburre y el sueldo le da lo mismo. Hay quien se va de casa de sus padres al precio de vivir como un indigente, en vez de esperar un poco más y aprovechar el colchón financiero para formarse o reinventarse para aspirar a otra cosa. Porque esa es otra. En esta historia no queda claro a qué pretende dedicar su vida el autor. Que está claro que tener una carrera no te garantiza un buen trabajo, pero aquí vemos supervivencia guerrillera pura y dura, con una serie de "trabajos" que son simplemente cualquier cosa que sirva para pagar el alquiler. ¿Para qué sirve entonces independizarse si vas a vivir en un cuchitril en el que caerás agotado después de todo el día fuera?

Se trata, en resumen, de bajarse los pantalones y traicionarse a uno mismo, como dice el autor en cierto fragmento. Cuando vendes tu dignidad laboral por cuatro euros la hora, parece que lo único que te queda por probar es hacerle la competencia al mendigo de la esquina, como ocurre literalmente aquí.

El libro da un salto en el tiempo para ampliar la primera versión que el autor logró publicar una década atrás (al menos consiguió hacerlo con una editorial; todo un "logro" social, aunque obviamente no iba a salir de pobre escribiendo un solo libro). Por cierto, que parece que el respaldo editorial no evita que se cuele alguna errata: comienzó. En la parte final nos encontramos con una persona que abandona la precariedad de forma transitoria, gracias a otra lacra frecuente: el enchufismo. A partir de ahí asistimos a otro tipo de precariedad, a pesar de que el sueldo sea más digno. La guerra sucia por seguir en un puesto que solo te da dinero pisando a quien haga falta, la injusticia del sistema jerárquico, y la incertidumbre constante de saber que por tener ya un curriculum y haber estado en un trabajo decente no te libras de regresar otra vez al colectivo de los parias precarios.

De nuevo, en esta parte del libro me choca esa deriva, esa carencia de objetivo, de pasión concreta que te lleve a perseguir tu sueño. El chico llega a trabajar para una empresa de coches sin tener ni coche ni carnet.

Como conclusión, un libro interesante pero que no cuenta nada nuevo a poco que conozcas el panorama laboral, y que podría tener secuela como dice el epílogo, porque la precariedad no cesa, ni tiene pinta de hacerlo nunca.
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Yo, precario es la crónica de un momento terrible y crucial de la historia de España: la de los jóvenes que, tras explotar la crisis del 2008, se vieron obligados a sobrevivir con el trabajo que se les presentase. Yo por esa época era una adolescente, pero recuerdo ver a conocidos y familiares sufrir por sobrevivir, luchar con uñas y garras por salir adelante. Y como lo recuerdo muy vívidamente (en aquel 2012 en el que comienza la novela yo tenía 17 añitos y comenzaba a darme cuenta de las cosas que pasaban a mi alrededor), no he podido evitar sentirme parte de la historia.

Quizá por eso es por lo que esta novela me ha llegado tan al fondo. Porque he hecho un viaje en el tiempo, sí, pero también porque me he dado cuenta de que la juventud actual seguimos en un pozo de mierda. Menos profundo, pero pozo igual.

Javier nos ofrece una novela corta con capítulos que se beben en nada y una pluma natural repleta de ironía y ternura. Se divide en distintas partes, cada una dedicada a uno de esos trabajos precarios que tuvo que sufrir en la época que he mencionado. Y es que tras esa manera de narrar, tan natural y divertida, nos deja ver verdades como puños. Verdades duras y pesadas como losas. de las que duelen.

Este relato tan costumbrista nos habla de las consecuencias de la crisis y la precariedad. El cómo te envejece de golpe, el cómo el mundo laboral te absorbe hasta que ya no eres tú, sino un muñeco en forma de chocolatina que solo puede poner una cara sonriente mientras por dentro el traje le destroza la espalda.

Habla de cómo la competitividad laboral te envenena el alma, de cómo terminas vendiendo tus principios y tu dignidad. Es horrible, es indignante, y te enfadas e incluso piensas “no puede ser tan malo”. Pero es así, porque el sistema absorbe.

Pero entonces, ¿qué hacemos? ¿Hay escapatoria? ¿Podemos ser mejores? ¿Podemos luchar? Y es que en estas preguntas está lo importante de este relato, porque el autor siempre nos deja claro un mensaje: que sí, que se puede seguir luchando. Que sobreviviremos. Que lo hagamos lo mejor que podamos. Que nunca perdamos la empatía por el trabajador prójimo, por el precario prójimo.

Y es en este punto en el que agradezco el calor que me ha dado leer esta historia, la comprensión que he sentido como lectora. Por eso he dicho que no es solo una crónica de la historia de España. Porque, tal y como dice Javier, yo también tengo casi 30 años y siento que me han robado la esencia. Y es este puntito de comprensión lo que me da cierta paz mental. Igual soy muy intensa, yo que sé.

Te lo recomiendo si quieres hacer un viaje al pasado, a los años de la crisis, pero también leer algo de actualidad. Y te lo recomiendo si, como yo, estás en los 20-30 años y no tienes aún nada claro. Porque, chicas y chicos, no estamos solos, ni lo estaremos.

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Cuando me enteré de que este libro se iba a reeditar, mi curiosidad ya estaba al acecho. Últimamente me están llamando mucho la atención las crónicas que giran en torno a este tipo de temas y como «Supersaurio» para mí fue todo un acierto decidí darle una oportunidad.

«Yo, precario» recoge las experiencias, vejaciones y desilusiones que Javier López Menacho se ha encontrado a lo largo de la última década mientras saltaba de un trabajo temporal a otro. Un testimonio de una precariedad que aún perdura, de cómo para las empresas solo somos simples números, de que da igual la porquería de sueldo que estés cobrando, si total, por lo menos tienes un contrato indefinido, y de cómo el trabajo deshumaniza y, ni por asomo, dignifica.

Este libro está dividido en 6 partes y cada una de ellas corresponde a un momento en la vida del autor donde la precariedad fue su pan de cada día. Mascota de una famosa marca de chocolatinas, auditor de máquinas de tabaco o animador en un cine durante la emisión de los partidos de la Eurocopa son algunos de los trabajos que tuvo que ejercer nuestro protagonista en 2012 para poder llegar a fin de mes.

Cada parte está compuesta por una serie de capítulos muy cortitos que hacen más amena la lectura, pero el desaliento que la historia transmite se puede respirar en cada página. Personalmente, me he visto reflejada en este libro. La crisis de 2008 fue un golpe muy duro para todo el mundo, pero sobre todo para nuestra generación. Encontrar un trabajo digno se ha convertido en toda una aventura y hacer cosas que antes eran de lo más normales para nuestros padres, como comprar un coche o una casa, ahora es un lujo.

Una cosa que me ha encantado de este libro es que el autor lo narra todo con un puntito bastante cómico. En vez de caer en la vergüenza por todas las situaciones absurdas que ha tenido que vivir, utiliza un humor ácido, incluso negro, que hace que termines descojonándote. «Sí, mi vida es una mierda y no veo la luz al final del túnel, pero, por lo menos, vamos a intentar tomarnos las cosas con humor».

Ojalá sigan publicándose más libros de este estilo porque creo que son superimportantes y muy valientes. No es fácil enfrentarse a la realidad de uno mismo y mucho menos plasmarla en papel para que miles de personas la lean. Pero, Javier, yo te doy las gracias a ti y a La Caja Books por haber hecho posible que este libro volviera a ver la luz. Ha sido una experiencia maravillosa poder leerte y espero que no sea la última vez.
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« Este libro vuelve por la triste y simple razón de que la precariedad nunca se fue. se transformó, mutó, se digitalizó, pero siguió manteniendo su esencia. El yo, precario regresa porque ya se sabe lo que pasa donde hubo fuego» Esto es una de las partes de tantas que tengo subrayada en este libro, este libro se ha convertido en una de mis mejores lecturas de este año y ojalá lo hubiera descubierto antes o al menos saber de su existencia. En el nos cuenta la precariedad laboral en plena crisis aunque yo diría que esa precariedad existe pasemos una crisis o no, yo misma no conozco lo que es un contrato laboral de más de 6 meses seguidos, pero Javier no sólo se queda en lo negativo, con un cierto humor nos cuenta también cosas que ha aprendido, que ha valorado, pequeñas cosas que son oro. También describe sentimientos o sensaciones que yo misma he sentido en alguna ocasión, el protagonista en este caso es Javier pero podríamos ser cualquiera de nosotros, podría ser yo y de verdad que la forma en la que escribe Javier para explicar esta situación es magnífica. Sin duda un libro muy recomendable que tengo llena de posit por todos lados y es el primer libro que hago tan mío subrayando también🌝❤️

Quiero agradecer a @lacajabooks por el ejemplar , la confianza y la oportunidad ❤️❤️✨ y también por volver a editar este libro ya que su primera publicación cayó en desgracia por la absorción de la editorial que lo publicó.

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