El animal avanzaba abrumado por el tremendo frío. Sabía que aquél no era día para viajar. Su instinto le decía más que el raciocinio al hombre a quien acompañaba.
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El animal avanzaba abrumado por el tremendo frío. Sabía que aquél no era día para viajar. Su instinto le decía más que el raciocinio al hombre a quien acompañaba.
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Hacía un frío que pelaba, concluyó, mientras se frotaba la nariz y los pómulos insensibles con la mano enfundada en la manopla. Lucía bigote y barba, pero el vello facial no le protegía los altos pómulos ni la nariz impaciente, que embestía belicosa el aire gélido.
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La leyenda de Sleepy Hollow es un relato corto de terror y romanticismo, se desarrolla en los alrededores de...