Desde una perspectiva, medio canallesca, y más que burlona, Lizardo juega con un hecho histórico, parte de un acto de la más oscura memoria de México, el penal de Lecumberri. Un cancer en el centro del sistema de justicia, que como un puro acto de culpa, se erradico, aunque su forma, manejo y estilo ya habían creado metástasis en toda la República. Su fruto el actual sistema penal. Negro dentro de lo más negro de crimen e (in) justicia nacional. Relatado por un personaje medio bufón, medio mago, un Rumpelstilstinkin carcelario. A quien ninguna artilugio por abrir se le resiste, sea el corazón del mas duro preso, la boca del más hermético personaje, la memoria del mas cerrado craneo, o simples cerraduras. Su vejez, su memoria y esa capacidad para bordar el lenguaje con caló, mexicanismos y florituras de otras naturalezas, incluso frases en inglés describe su paso por... la vida. Donde las malas cartas que le toca jugar lo llevan a prisión , ahí su papel de perdedor se transforma en cronista de la vida carcelaria. Como parte de la población, pero sobre todo como observador y crítico de la misma. La vida le da sorpresas. Termina siendo liberado y en su vejez narra a modo de anécdotas salpicadas de picardía, miedo, dolor y podredumbre la vida de su profesor Ricardo Olmedo. Un relato de prisión, cargado de escritura liberadora, de historia que se cuenta desde los ojos del único testigo que se erige como vencedor ...sobre las vidas y las muertes de quienes formaron parte de ese relato que al contarlo hace sentir menos solo al “ candingas “ narrador y protagonista de hechos que solo pueden ser corroborados a medias.en un México que sigue negando y renegando de su historia. Gracias a Babelio y a la Editorial Era por haberme proporcionado este ejemplar, a través de Masa Críticas + Leer más |