Olvídate, Hannah —se dijo—. Olvídate de querer impresionarlo. Solo está siendo amable, por eso te lleva. Pero no ve nada en ti ni lo verá en el futuro si haces estas tonterías.
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Olvídate, Hannah —se dijo—. Olvídate de querer impresionarlo. Solo está siendo amable, por eso te lleva. Pero no ve nada en ti ni lo verá en el futuro si haces estas tonterías.
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Pero con la música podía evadirse, olvidar los problemas y dificultades de la vida. Al menos por un tiempo. Por desgracia, no desaparecían como por arte de magia. Siempre regresaban, una y otra vez.
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El tren se había ido, no había nada que hacer. Hannah se quedó de pie en el andén, luchando contra las lágrimas. ¿Cómo le había podido pasar? Se había propuesto muy en serio no decepcionar a su padre. Quería demostrarle que se podía confiar en ella, que era independiente y casi una adulta. En vez de eso, no hacía más que confirmar sus prejuicios.
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10 negritos