Si deseas evitar el esfuerzo bestial de comprender quién eres, la sociedad te ofrece cientos de moldes vacíos.
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Si deseas evitar el esfuerzo bestial de comprender quién eres, la sociedad te ofrece cientos de moldes vacíos.
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Marco y Manuel son dos chavales romanos. Marco es gay declarado, incluso se plantea un cambio de sexo. Manuel está (o estaba convencido) que que era hetero ¿o no?. O lo que es lo mismo y resumiendo: Marco es gay desde siempre y Manuel no sabe quien es. Ambos beben como cosacos y esnifan como locos. Farlopa. Farlopa. Farlopa. A capazos (nunca mejor dicho). Una noche, en casa de Manuel (apenas dos pisos por encima de la casa de sus padres) comienzan un momento (largo, de días) de alcohol y droga (evidentemente el sexo está incorporado). Comienzan a llamar a conocidos y (unos por otros) el único que acude es Luca, un buen chaval, mecánico, con novia, al que lo que le interesa es ganar dinero fácil para gastarlo en maquinitas de juego o con su chica. La cosa se complica y acaba en el asesinato de Luca. La orgía ya no es solo alcohol, coca y sexo. Ahora se une la violencia. Y mucha. Demasiada. Ese es el argumento. La historia de este libro es una obsesión de Lagiogia, que (como el resto de Italia quedó conmocionado cuando ocurrió) y dedicó varios años de su vida a investigar, a preguntar, a conocer, incluso a mantener correspondencia con cualquiera de los protagonistas (que no son solo tres, sino todo su entorno). Todo ello enmarcado en Roma. La ciudad eterna. La que está acostumbrada a sobrevivir pase lo que pase. La que lleva sobre sus habitantes la carga de conciudadanos tan ilustres (a lo largo de su historia) que acaba convenciéndoles que no vale la pena luchar. No van a dejar de formar parte de esa Roma contemporánea oscura, corrupta, manipuladora en palabras (no literares) de Lagiogia y bellísima (en las mías propias, que si, que estuve hace muchos años). La Roma importante es la histórica, la llena de gloria, de genios, de personajes iluestres. Esa es la Roma de los muertos. La ciudad de la que habla Lagiogia en este libro es la otra, la de hoy, la actual. La ciudad de los vivos. Bueno no, lo siguiente. Perfectamente documentado y redactado. Lo recomiendo encarecidamente siempre y cuando se tenga la posibilidad de desconectar de la realidad en el momento en que lo cierres; de poder dejar la empatía para cosas más gratificantes, y de pensar que, afortunadamente, ni Marco ni Manuel son parientes tuyos. Y todo eso creyendo, desde el fondo de mi sentimentalismo rayano en la bobería, que, en el fondo, y tras un crimen de esta categoría podrá haber 2 o 22 culpables, pero víctimas hay muchas más que el difunto. + Leer más |
Hay un momento en el que profundizas en el asesinato, pero luego hay un momento posterior en el que es el asesinato el que cava en ti sin piedad, empiezas a interpretar todas las cosas en función del caso, ves por todas partes signos, coincidencias, premoniciones, te transformas sin darte cuenta en tu propio objeto de investigación. Llega un punto a partir del cual ya no eres capaz de seguir cavando, de arrojar luz, de modo que es la oscuridad, un ciego vacío pneumático, lo que se abre camino dentro de ti. Entonces es cuando tienes que girar la cabeza hacia otra parte, debes separarte del caso, aunque solo sea para albergar la esperanza de que la última pieza, la más importante, lo que aún no has podido encontrar, aparezca sin que te des cuenta.
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Desde la ventana reconoció el Coliseo. Cualquiera que hubiera leído un libro en su vida sabía que esa era la herencia del mundo. Te robaban en el metro. Te insultaban en los semáforos. Te desplumaban en los restaurantes, te tosían en la cara. Pero al final el saldo era positivo. La ciudad te regalaba mucho más de lo que te pedía a cambio.
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…parecía que para él el género humano no era un error que debía medirse con la regla divina de la justicia, sino un pozo sin fondo que los instrumentos de la justicia se esforzaban en iluminar por lo menos un poco.
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En un mundo que creemos sustentado sobre bases demasiado materiales, nos cuesta un gran esfuerzo pensar que la palabra conserva sus poderes mágicos.
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... en este caso los monstruos no vienen de fuera sino de dentro, nacen de las oscuras profundidades de los jóvenes.
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Dormían durante cinco o seis horas como máximo. Sin sueños.
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Ningún ser humano está a la altura de las tragedias que se le infligen.
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Como haber metido una mano en el Estigia y notarla todavía tumescente de sombra, pensé después de volver a casa. ¿Existe una maldad de los lugares?, me preguntaba, ¿podemos hablar de la persistencia física del mal después de haber sido cometido? ¿O es solo sugestión?
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¿Quién escribió la saga?