Esta fue la hora en que las palabras no significaron nada. Cuando se borraron las conversaciones sobre revolución y justicia, y lo único que quedó fue la realidad de un hogar destrozado, una vía ensangrentada, un cochecito vacío. Se trataba de tropas de rostro fresco que marchaban hacia los barcos del Gremio. Se trataba de madres y esposas besando a hijos y esposos a los que tal vez nunca volverían a ver.
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