La paciencia del agua sobre cada piedra

En este libro nos encontramos 16 cuentos, cada uno diferente al anterior y que detrás de sus palabras encierra un sentimiento, sensación... Es sorprendente como Kamiya en 127 páginas que tiene el libro y repartidas en 16 cuentos cortos pueda albergar tal cantidad de sentimientos y emociones, realmente es sorprendente. Pero, entremos en materia. Estos cuentos tienen un hilo conductor y son los animales, o la naturaleza tal cual, la relación existente entre el humano y el animal, el animal como profesor de vida, cuentos que nos muestran amor, sentimientos, desolación, tristeza, perdida, nos habla de memoria y salvación. Hay una cosa que me ha impactado mucho, es la primera vez que leo a esta autora, a caballo entre Japón y Argentina, y es su forma tan bonita, simple pero a la vez recargada y delicada de su escritura, el libro por si es BONITO✨ no un bonito así sin más es B O N I T O ❤️🥹. de verdad que maravilla ha sido leerla. Tengo varios cuentos que son mis favoritos de este libro, tengo la sensación de que en cada cuento, el lector puede interpretar según qué cosas lo que nos muestra la autora, me explico brevemente, en el cuento «La pregunta de Rawson» nos habla de la muerte, pero también del tiempo o incluso de la memoria, la monotonía... Con estos cuentos se puede intuir el amor de Kamiya por los animales y su vinculación a ellos. Un libro bonito, reflexivo y perfecto para leer en estos días dónde la mente la tenemos saturada y necesitamos orden. antes de irme les diré cual es uno de mis cuentos favoritos del libro " Las grullas de Idemizu" ¿De que trata? Tendréis que leerlo .
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Gota a gota, palabra a palabra, estos cuentos de aparente sencillez lo dan todo —como dice el refrán “Dando y dando, la gotera va horadando”. Son potentes, tanto que en ellos puedes escuchar el silencio, ver la oscuridad, toquetear al miedo o lamer la soledad.

Poético, se nota que cada palabra ha sido elegida y colocada estratégicamente, cuidando tanto las frases y las imágenes como los seres que la habitan.

Mi preferido: “Lugares buenos”, los he podido oler y acariciar. ¡Ay!, esos lugares buenos...