Antes de que lleguen las nubes

A veces damos por hecho cosas que están lejos de ser verdad.

En esta época del año la plaza tenía una belleza extraordinaria; a finales de abril florecía el jacarandá en intensos tonos lila con oleosos pétalos color caramelo oscuro; y la mimosa, más pequeña, con sus flores como plumas entre rosa y amarillo, ya estaba a punto.

El coche serpenteaba por la empinada carretera de los montes andaluces, cuyas fértiles laderas se extendían salpicadas de pueblecitos blancos como terrones de azúcar. Ahora, en primavera, todo estaba verde y frondoso, y al fondo se divisaban las altas cumbres de la Serranía de Ronda.