Los muros se estremecían inevitablemente, como si un extremo del edificio estuviera preso en las mandíbulas de algún enorme insecto.
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Los muros se estremecían inevitablemente, como si un extremo del edificio estuviera preso en las mandíbulas de algún enorme insecto.
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Tenían la mentalidad de Dunkerke: siempre estaban dispuestos a hacer aparecer sus derrotas como triunfos, contando las interminables listas de bajas, los catálogos de desastres y destrucción, como si fueran la medida de su valor y competencia.
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Para como está la vida, me parecía que un poco de aire fresco les haría bien a todos. Mas ahora me doy cuenta de que una operación de limpieza, de esta envergadura, se lleva demasiado de lo bueno junto con lo malo.
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Bueno, general, que tenga un viaje tranquilo. Usted es el único que lo tendrá.
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¿Con qué frase empieza esta novela?