El muro que no cede ante el ariete aún puede sucumbir a los discretos zarcillos de la hiedra.
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El muro que no cede ante el ariete aún puede sucumbir a los discretos zarcillos de la hiedra.
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Niños, sí, nada más que niños grandes, rebeldes y deseosos de demostrar su virilidad. Ignorantes y crueles como a menudo eran los niños.
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A veces la vida que se gana uno no es la que le corresponde.
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Las personas que mejor se conocen saben cuál es la mejor manera de hacerse daño.
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Hay un punto muerto en la noche, la hora más negra y fría, cuando el mundo se ha olvidado del atardecer y el alba no es todavía ninguna promesa. Un momento en que es demasiado pronto para levantarse, pero tan tarde que irse a la cama no tiene sentido.
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Me pregunté si actuaba impulsado por un rencor infantil o por una inesperada determinación. Me pregunté si había alguna diferencia.
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Ser incapaz de pensar en una respuesta no es lo mismo que aceptar las palabras de otro.
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A veces uno no sabe cuánto daño ha sufrido hasta que otra persona palpa la herida.
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Cuando una persona honrada es incapaz de ganarse la vida, la gente hace lo que sea preciso para subsistir.
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Es posible que no pueda haber agradecimientos que dar ni culpas que echar, que sólo podamos reconocer las fuerzas que nos condujeron y ataron a nuestros inevitables destinos.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?