La vegetariana

Por primera vez él pensó que sus ojos eran como los de un niño. Unos ojos que lo contenían todo y a la vez estaban vacíos, unos ojos que solamente un niño podía tener. No, quizá fuera la mirada de un ser que estaba en un estadio anterior todavía, la mirada de un ser que jamás ha guardado nada en sus pupilas.

De pronto, tuvo la sensación de que nunca había vivido y se sintió sorprendida. Era cierto. No había vivido realmente. Desde que tenía uso de razón, no había hecho otra cosa que aguantar.

¿Qué es lo que cortaré con mi cuerpo que me estoy poniendo tan afilada?

Tu propio cuerpo es lo único a lo que le puedes hacer daño. Es lo único con lo que puedes hacer lo que quieres.
Pero ni eso te dejan hacer. Más allá de esta cascara que es su cuerpo, ¿en qué tiempo y espacio anda el alma de
Yeonghye?

He comido demasiada carne. Todas esas vidas se han encallado en ese sitio. No me cabe la menor duda. La sangre y la carne fueron digeridas y diseminadas por todos los rincones del cuerpo y los residuos fueron excretados, pero las vidas se obstinan en obstruirme el plexo solar.

Si no comes carne, todo el mundo te devorará.

Todo me parece desconocido, como si viera las cosas desde atrás. Como si estuviera encerrada detrás de una puerta sin picaporte. No es eso, será que estuve allí desde el principio y me di cuenta de ello repentinamente. Está todo oscuro. Todo está negro y machacado.

De pronto, tuvo la sensación de que nunca había vivido y se sintió sorprendida. Era cierto. No había vivido realmente.

A menudo había pensado, sumida en la confusión, que si no fuera por Jiwu -la responsabilidad que el niño representaba-, ella también podría soltar ese hilo.

El tiempo, que es un torrente ecuánime hasta la crueldad, se llevó en sus aguas su vida firmemente asentada alrededor de la paciencia.