El Puente Del Diablo

Nuestros protagonistas son Iván y Diana, que cansados de la gran ciudad, deciden ir a vivir a un pintoresco pueblo español rodeado de bosques, ríos cristalinos y con la paz necesaria para sus trabajos de escritora y dibujante. Pero un día, una niebla espesa, anómala e inquietante lo cubre todo. Una niebla insana que prodiga la inminencia de cualquier catástrofe.

Con ella, llegará una anciana pidiendo ayuda casa por casa. Allí donde entre ya nada volverá a ser igual. Su influjo es tal, que esos vecinos cambiarán. Todos, salvo Iván y Diana, que verán algo extraño en ella , ignorándola hasta el extremo de parecer unos indeseables por no ayudar a la pobre vieja.

Porque en realidad no saben bien lo qué es (aunque es obvio que se trata de algo más que una simple anciana), ni el motivo por el que los animales más repugnantes de la tierra, como son ratas, cucarachas e insectos varios, la acompañen acatando sus órdenes. Pero sea lo que sea, cuenta la leyenda, una tan antigua que los habitantes más viejos ya escuchaban de boca de sus padres, que si el diablo te persigue, cruza el puente y no te gires.

La novela bien podría ser un cuento, si no fuera por el terror que acompaña sus páginas. Esa historia que a muchos de nosotros nos contaron en alguna ocasión, para volver antes a casa, pero que aquí, entre niebla y olor a tierra removida por gusanos, se vuelve realidad, envolviendo un pequeño pueblo tranquilo y convirtiéndola en una sangrienta cacería humana.

Es original. El autor logra que, sin pronunciar el nombre de aquello que la anciana es en realidad, sabremos de qué se trata, qué clase de monstruo entró en ese apacible lugar. El hecho que el autor nunca lo diga, hace la historia más intrigante y que el usar un personaje tan supuestamente vulnerable, siendo lo que es tras las máscaras, fue un acierto.

Yo, de vosotros, la leería. Leedla aunque sólo sea para no olvidar la leyenda, lo que debéis hacer para dejar atrás al diablo. Y si os atrevéis, contádsela a vuestros hijos. Pero contádsela para que aprendan y no la ignoren. No olvidéis decirles que nunca se giren cuando crucen el puente, que sólo así podrán regresar con los suyos.