La esperanza se resiste a morir en el corazón enamorado
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La esperanza se resiste a morir en el corazón enamorado
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Una vez retirado el último obstáculo, la joven se dibujó en la casta desnudez de sus hermosas formas, conservando, a pesar del paso de tantos siglos, toda la redondez de sus contornos, toda la gracia cimbreña de sus lineas puras. Su postura, poco frecuente entre las momias, era la de la Venus de Médicis, como si los embalsamadores hubiesen querido quitarle a aquel cuerpo encantador la triste actitud de la muerte, y suavizar para él la inflexible rigidez del cadáver. Una de sus manos velaba a medias su seno virginal, la otra ocultaba bellezas misteriosas, como si el pudor de la difunta no hubiese quedado suficientemente tranquilizado por las sombras protectoras del sepulcro.
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Te doy Egipto entero con sus sacerdotes, sus ejércitos, sus campesinos, su pueblo innumerable, sus palacios, sus templos, sus ciudades; arrúgalo como un trozo de gasa; te conseguiré otros reinos más grandes, más hermosos, más ricos. Si el mundo no te basta, conquistaré planetas, destronaré a dioses.
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Más cerca de la cordillera líbica, los barrios de los Memnonia, habitados por los evisceradores, los embalsamadores y los momificadores, hacían subir por el aire azul las rojizas humaredas de sus calderas de natrón: porque la tarea de la muerte nunca se detiene, y por más que la vida se expanda tumultuosa, se preparan vendas, se enmoldan cartonajes, se cubren ataúdes de jeroglíficos y algún cadáver frío, tendido en el lecho fúnebre con patas de león o de chacal, espera que le hagan su aseo de eternidad.
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?