Aquello era la muerte, la niebla suave junto al camino, la amnesia, la pereza. Todo el dolor hubiera acabado con que tan sólo aflojara las manos y comenzara el camino.
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Aquello era la muerte, la niebla suave junto al camino, la amnesia, la pereza. Todo el dolor hubiera acabado con que tan sólo aflojara las manos y comenzara el camino.
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El día se desplegaba espléndido, el verano se extendía ante nosotros y los fantasmas habían quedado atrás.
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«No me querían, pero me dejaban con vida, ellos, a los que habían otorgado el poder de romperme».
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Gregorio Samsa es un ...