Irlanda

Espido Freire, me encantaste! Un primer libro que quise leer para adentrarme en tu estilo, el cual debo decir, es maravilloso.

Natalia. Una niña que vive en la oscuridad del mundo físico (muchas muertes cercanas a su alrededor) y la del mundo interior, lúgubre, tenebroso, singular, es la protagonista de esta historia. En el justo momento en que pasa el duelo por su hermanita, va a la casa de campo de sus tíos.
Irlanda, es su prima. La típica niña mimada, por tanto odiosa. Quien manipula y maneja a su antojo. Que detestaremos desde la línea uno, rodeada de amigas tan malcriadas y superficiales como ella.
Sus desplantes y enojos alimentan el mundo gótico y tenebroso de Natalia. Ésta se sirve de este rechazo para dar de comer a los fantasmas, muertos, criptas, animales fallecidos que habitan en ella y cruza la línea entre realidad y ficción y sobrevive al caos que le produce.

"Prefería sentirme abandonada y sola, dos sensaciones que ya conocía, que adentrarme en el campo de atracción de Irlanda, del cual nadie parecía saber salir".

Su atmósfera está bien lograda, la melancolía, los miedos de la mano del coraje, la inocencia y la maldad habitando un mismo cuerpo. Encontrarás mucha ambiguedad; luz y oscuridad, una casona antigua y hermosa de día, tenebrosa de noche. Arcones con vestidos viejos, jardines, historias de abuelas y muchos muchos muchos símbolos.

Sin spoiler, léelo. Algo gótico y oscuro. Bien narrado, inquietante. Una ópera prima de aplausos que me indica el camino a nuevos libros de esta autora. Recomendado.

Este es el primer libro que leo de la autora Espido Freire y todavía estoy en shock. Apenas 185 páginas que se leen sin dificultad ninguna y que esconde en su interior dolor y una profunda soledad.

Natalia es una chica que acaba de perder a su hermana por una enfermedad que padece desde su nacimiento. Para intentar distraerla, sus padres deciden que se vaya a la casa a una casa de campo que pertenece a la familia, con sus primos.
Natalia, taciturna, un poco antisocial, mezcla la madurez y la infantilidad en todo su ser. Allí se encuentra con sus primos Roberto e Irlanda juntos con amigos de éstos, los cuales tampoco se muestran muy amables con ella, por el simple hecho de idolatrar a la maravillosa, guapa y mandona Irlanda. Su estancia allí tiene momentos difíciles, pero también idílicos. No obstante los roces con su prima van en aumento sobre todo a través de la figura de Gabriel...

La lectura engancha desde el principio. Hay un total de 12 capítulos muy cortitos que se leen bien. La primera parte, se hace bastante adictiva, así como la central tiene altos y bajos, pero al llegar a la final, esa parte un poco más floja para mi gusto desaparece con el finalazo que tiene.
Una obra para analizar muy muy bien y para disfrutar sin ninguna duda.

En la segunda página del libro yo ya estaba llorando. Creo que solo lo hice ahí, después quizá llegase a emocionarme, pero no como en el comienzo, cuando te presentan a las tres hermanas —Natalia, Sagrario y la nena—. Tres hermanas como en mi casa, solo chicas también, así que tocó muy hondo cuando comprendí que dos de ellas estaban de duelo.

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En todo momento tenemos la perspectiva de Natalia —la hermana mayor—, una niña introvertida que se niega a crecer, encerrada en su mundo de fantasía y pesadilla, de hierbas y familia, en casa y en la cama de su hermana enferma. Tras la muerte de Sagrario, su madre decide enviar a la hija mayor a la casa de campo familiar, donde sus primos pasarán el verano. Es allí donde estará con Irlanda, su prima y antagonista.

Allí, en la casa, Natalia no logra adentrarse en el mundo de Irlanda ni, en el fondo, lo pretende. Casi siempre se prefiere a ella misma, las flores y sus fantasmas. Aquí sueño y realidad se confunden a los ojos de la protagonista, al igual que el amor y odio hacia su perfecta prima.

Para no desvelar mucho más, si simplemente buscáis lectura de una tarde y os relame la idea de una historia oscura, de mundo interno, duelo, familia, fantasmas, infancia y madurez, rencillas, secretos y misterio... os recomiendo esta primera novela de Espido Freire. Conmigo, al menos, ha funcionado de principio a fin. Con creces.

Nos encontramos con una historia donde la realidad y la fantasía se mezclan constantemente. Natalia, nuestra protagonista y narradora, ha vivido siempre rodeada por la sombra de la muerte ya que desde muy pequeña debe de convivir con la enfermedad mortal de su hermana Sagrario. Es por ello, que siente una conexión especial con el mundo de los fantasmas los cuales parecen rondarla, incluido el de su propia hermana.

Cuando es enviada a la casa de campo familiar con sus primos, se verá envuelta por los recuerdos y la nostalgia de su infancia, y por el dominio y la manipulación de su bella prima Irlanda. Toda la historia tiene una atmósfera de cuento gótico, donde los bosques esconden espectros; el caserón antiguos secretos familiares, y en el que el magnetismo de Irlanda provocará angustia y tensión emocional que irán en aumento hasta desembocar en la tragedia.

Por otro lado, también encontramos muchos simbolismos y metáforas que al principio son un poco ambiguas, lo que hicieron que me costara meterme en la historia, y hacerme con la pluma de la autora. Pero una vez que consigues captar esa forma tan onírica y especial que tiene Espido de narrar, la historia consigue atraparte hasta el final.

Si os gustan los libros con un aire bucólico, oscuro y con falsas apariencias (porque sí Irlanda no es lo que parce tiene un trasfondo que hay que descubrir) es una historia que tenéis que leer.

Esperaba algo más de él, y lo único que me ha sorprendido es el final.

Trata del verano que paso la protagonista con sus primos un poco mayores que ella tras la muerte de su hermana con la que tenía una unión muy fuerte. Quizá esperaba más realismo mágico, y se queda todo en un verano triste con una protagonista llena de imaginación.

El final es lo mejor aunque todo está llevado a concebirlo. La escritora es muy buena y transpira verano en cada palabra, es lo bien que está escrito lo que me empujaba a seguir leyendo.