El laberinto de las dos puertas

Marcos Fernández Vázquez nos acerca a una historia donde el lector es el protagonista, ya que se le da la opción de elegir cómo va a ser la trama de la novela, al igual que aquellas obras juveniles de las décadas de los años 1980's y 1990's.
En primera instancia nos encontramos a un chico con ganas de experimentar que es la vida, y cuyo nombre ya nos indica que puede ser cualquiera pues se llama Uno. Esto es sinónimo de la fuerza y el empuje de la juventud que tiene que vivir sus propias vicisitudes para coger la experiencia necesaria que le permitirá aprender de sus errores. Acompañado de la voz de la conciencia reflejada en las personas mayores, que aunque ya han pasado la primavera de sus días y sus ganas de novedades, son muy necesarias para educar y enseñar cuales son los parámetros correctos en cada momento. En consecuencia, la unión del consejo de nuestros mayores más el ímpetu de los jóvenes son los que hacen que el mundo pueda ir evolucionando cada día.
Así, llegamos a la zona central de la acción donde el protagonista, es decir Uno, así como cada persona, tendrá que enfrentarse a la elección de la decisión más correcta para él que otra, lo que hace que tenga que tomar un camino u otro. En otras palabras, nuestro destino se forja con cada pequeña decisión que tomamos. de este modo, aunque a veces podamos arrepentirnos de algo que hicimos, o que dejamos de hacer, por regla general estas elecciones son las que presumiblemente nos llevan a conseguir llegar a la felicidad.
Este es el mensaje más claro e importante que nos deja esta lectura. La cual es equiparable a la vida real en tanto en cuanto nos permite ir tomando decisiones sobre la trama, al igual que las tomamos sobre nuestra vida, para llegar o terminar en un determinado lugar, habiendo recorrido un camino que nos llena de experiencias, ya sean buenas o malas, y enseñanzas que nos forjarán nuestra personalidad y actitud ante la vida.
Por todo lo anterior, me parece una lectura sugerente pues el método desarrollado para contar la historia también inspira a la reflexión del lector.