Tenían mucha razón los que afirmaban que la existencia era un soplo, el transcurso fugaz de una instancia.
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Tenían mucha razón los que afirmaban que la existencia era un soplo, el transcurso fugaz de una instancia.
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El miedo es libre, pero sabe elegir a sus víctimas.
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Y es que, según su amigo, este era su peor defecto: su humanidad.
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Cuando el odio envenena la sangre es difícil controlar los sentimientos. Nubla la razón, induce a dar rienda suelta a los peores deseos. Matar, destrozar, humillar, resolver... No tiene fin, siempre quiere más.
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Había demasiadas cosas que investigar. La prensa estaba llena de sucesos, y esos solo eran los que podían contar. Algunos ni siquiera llegaban a los medios y, cuando lo hacían, ya estaban resueltos.
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El azar. O el destino. Cada cual juega sus cartas, más o menos marcadas, esperando ganar una partida tan eterna, como sus contendientes.
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La miseria, con ser dolorosa, podía llegar a ser insultante. Sobre todo, a la luz del día. Todo lo contrario que las tinieblas, muy celosas de ocultar lo suyo
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Después de años de aislamiento, de estar fuera de la esfera de la política internacional, en España empezaba a amanecer. En ello insistía el Caudillo, la propaganda, las canciones con las que habían incendiado su ardor guerrero años antes. La caída en desgracia a ojos de las potencias occidentales, tras la II Guerra Mundial y el apoyo a Hitler y su régimen, estaba a punto de concluir.
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Que el pasado, pasado es, pero no para todos. Algunos no saben, ni pueden, olvidarlo. La persona que tenía delante era una de ellas.
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Empeñarse en vivir o empeñarse en morir. En eso consiste la vida.
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10 negritos