Se llamaba Manuel de Víctor Fernández Correas
Después de años de aislamiento, de estar fuera de la esfera de la política internacional, en España empezaba a amanecer. En ello insistía el Caudillo, la propaganda, las canciones con las que habían incendiado su ardor guerrero años antes. La caída en desgracia a ojos de las potencias occidentales, tras la II Guerra Mundial y el apoyo a Hitler y su régimen, estaba a punto de concluir.
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