A veces miento

Inhala admiración y exhala arrogancia, su propio mecanismo de fotosíntesis.

Cada una de nosotras está sentada aquí por una razón. Si nos desnudaran hasta dejarnos con nuestras intenciones más básicas, el mínimo común denominador sería querer ser escuchadas, necesitar ser oídas por encima del barullo de la vida moderna.

Todos estamos hechos de carne y estrellas, pero al final nos convertimos en polvo. Es mejor brillar mientras puedas.

El problema de la verdad es que da asco.

La persona a la que amaba se había convertido en una negada por la que sentía desprecio.

Su éxito lo destrozó. Y su fracaso nos destrozó a ambos.

Siluetas poco definidas se inclinan sobre mí y se mueven en derredor como si yo estuviera bajo el agua, ahogándome en mis propios errores.

Me han devuelto a mis ajustes de fábrica como ser humano, pero como un ser que no puede actuar. Más allá de estas paredes invisibles, la vida continúa, pero yo permanezco inmóvil, en calma y en silencio.

No sé qué decirle. A veces pienso que lo mejor es no decir nada; el silencio no puede tergiversarse.

Soy capaz de interpretar todos los papeles para los que la vida me ha escogido. Me sé todos los diálogos; llevo mucho tiempo ensayando.