La mente es un poderoso instrumento: puede crear mundos enteros, y desde luego es más que capaz de engañarte con unos cuantos trucos para contribuir a tu propia supervivencia.
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La mente es un poderoso instrumento: puede crear mundos enteros, y desde luego es más que capaz de engañarte con unos cuantos trucos para contribuir a tu propia supervivencia.
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Cuando creo que nadie me mira, estudio las caras de las mujeres de la oficina. Todas parecen miopes, un poco cansadas, un mucho perdidas. Una serie de personas tratando de mantenerse a flote en un mar imprevisible.
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Vuelvo a ser aquella niña pequeña que se esforzaba por mantener el ritmo de los pasos de su padre. Ahora él es más lento que en aquel entonces, pero aun así me deja atrás.
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Han sobrevivido en un tipo de matrimonio poco frecuente: uno donde el amor dura más de treinta años. Pero es un tipo de amor que a mí me hace sentir triste y vacía, un amor basado en el hábito y la dependencia.
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Siempre hay ondas en el agua antes de una gran ola. Ya he aprendido a dejarme arrastrar por ella; es mucho más fácil rendirse y permitir que me lleve consigo cuando quiera.
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Una amiga me dijo una vez que los petirrojos eran muertos que volvían para traerte un mensaje.
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Inhala admiración y exhala arrogancia, su propio mecanismo de fotosíntesis.
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Cada una de nosotras está sentada aquí por una razón. Si nos desnudaran hasta dejarnos con nuestras intenciones más básicas, el mínimo común denominador sería querer ser escuchadas, necesitar ser oídas por encima del barullo de la vida moderna.
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Todos estamos hechos de carne y estrellas, pero al final nos convertimos en polvo. Es mejor brillar mientras puedas.
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El problema de la verdad es que da asco.
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El platillo llamado Duelos y Quebrantos (torta de huevos, jamón y chorizo) aparece en: